Alicia, hoy celebras tu 70 cumpleaños. ¡Una bonita cifra, una gran hazaña!
Parece que no, pero han pasado diez años ya desde aquel post y, en esta década han pasado muchísimas cosas; unas alegres, otras ni mucho menos; unas más triviales otras más significativas. Yo solo te hablaré de la que me resulta más cercana y es que, no hace mucho que cerraste definitivamente la que fue tu casa durante más de treinta años y a la que llegaste desde el otro extremo de España por amor. En esta casa nacieron y crecieron tus hijos. En esta casa todos fuimos bien recibidos y a todos nos dedicaste tu tiempo incluso cuando Daniel y María eran pequeños y no te sobraba. Aquella casa siempre estuvo abierta, como lo está ahora la de Guaza. Esta nueva casa, la de Guaza, la que se sustenta por los adobes que hicieron con sus manos tus antepasados, parece la de siempre, pero solo lo parece porque le estás dedicando tu tiempo y tu cariño para hacerla más moderna, más cómoda, más tuya aún si cabe.
Gracias a los cielos, sigues en camino con todos nosotros, sigues dándonos vida, mucha vida, mucha más de la que crees, mucha más de la que somos capaces de expresar. La verdad es que eres el centro de muchos y para muchos, el mío desde luego. Siempre te llamo, siempre te cuento, siempre me escuchas, siempre me aconsejas, siempre me alivias, siempre estás.
Hoy, en tu especial setenta cumpleaños, no podré felicitarte personalmente, nos separan demasiados kilómetros, pero aquí dejo esta entrada con todo mi afecto y cariño con la que quiero agradecerte el haberme dejado compartir conmigo gran parte de mi vida.
Albergo el deseo fuerte de que nos volvamos a encontrar las dos en este mismo espacio, dentro de otros diez años, para seguir contando que, poco a poco, hemos ido haciendo camino.
¡Muchas felicidades, Alicia!