"[...] por primera vez presentí que la corrección no bastaba. ¿Y qué era lo demás? ¿Cómo se podía llegar a conseguir? Yo no lo sabía, pero de golpe me había asomado a lo que es lo único importante, la capacidad para expresar una emoción que primero tienes que sentir, y que es independiente de la habilidad y corrección para copiar el mundo real."
ANTONIO LÓPEZ.
Contemplar las obras de esta exposición de Antonio López te permite comprender y compartir algunas de las afirmaciones que se han hecho sobre él y su obra. Los críticos coinciden en señalar que Antonio López es un Artista, que sus obras son Arte. También apuntan que sus obras tienen algo Místico: admirar sus obras es suspenderse como en un éxtasis, dicen. Lo cierto es que, ante sus obras, te despreocupas del tiempo, los pies se te quedan clavados delante de sus pinturas, de sus dibujos, de sus esculturas, de sus bajorrelieves… Miras y miras y no te cansas. Prolongas ese instante porque la mirada no se agota en una sola visión, en una sola pasada, te das cuenta de que la ojeada ha sido demasiado rápida. Retrocedes y vuelves a mirar. No siempre sabes lo que estás buscando, en lo que quieres volver a reparar, y no es por la rareza de los motivos representados que nos resultan de lo más cotidiano y familiar, sino porque tienes la impresión de que te ha faltado algo por captar, de que algo se te ha escapado, porque son un sinfín los detalles que quedan representados en las telas.
Probablemente estos efectos, estas sensaciones, los consiga la luz. Esa luz con la que impregna sus cuadros, sus pinturas. Luz del natural que Antonio López se afana para que sea real, objetiva, habitual - al modo de los impresionistas-, pero que, en realidad, es una luz original, especial, que dota a sus instantáneas de una luminosidad personal, de una claridad atemporal, y es esa luz la que entra en el espectador, lo cautiva y lo retine allí delante del cuadro.
Mención aparte merecen sus bajorrelieves en diferentes materiales; sus esculturas que, lejos de ser hieráticas, parece que se dirijan al espectador y quieran comunicarse con él; así como sus dibujos, que tal y como afirma el propio artista, no son un ensayo, ni un estudio, sino una obra en sí mismos.
El recorrido se termina con unos cuadros de delicados y frescos motivos florales que impregnan al visitante de un optimismo sosegado en el último tramo de la visita.
La muestra es la retrospectiva por excelencia de Antonio López, en ella se puede encontrar gran parte de sus obras, e incluso las que llevaban un tiempo almacenadas, guardadas o sin terminar porque, para Antonio López un cuadro, una obra casi nunca están acabados.
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