No quieras que...
No quieras que todos los vientos sean tuyos.
Ni que los pájaros canten todos tu canción.
Susurra tú la melodía del pájaro que pasa y no regresa.
¡Que el viento sea el señor de sus caminos !
Abre la jaula al ruiseñor que tanto quieres.
Si se queda, sabrás que se ha quedado por ti.
Si huye, no le vayas detrás.
Déjalo marchar sin pesar.
Su vuelo es tu alegría.
Saca agua de tu pozo para los peregrinos.
Llena tu jarrón y ponlo en la vereda del camino.
No vuelvas a medir cuánto han bebido.
Alégrate, tan solo, de haber sacado agua de tu pozo
y haberlo puesto en el camino.
Haz de tu corazón un huerto abierto. Sin zarzas.
Que entren a recolectar tu fruta.
La que quieran y cuando la quieran.
Que no siempre agrada la que ha sido buena para ti
y a ti te ha gustado.
Teodor Suau, De Cafarnaüm a Jerusalem.
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