""De esa desorientación ante la falta de libros participa Max en Monlieu y así se lo cuenta a Bernardo en la correspondencia estudiada por la profesora Landete: " Desde niño, tú lo sabes, suelo leer tres horas todos los días y ahora que tengo tiempo de sobra pero no libros, echo de menos el hábito. En los dominios de Otilia no hay lo que me apetece. Mi anfitriona no guarda poesías o prosas, pese a su aprecio por los escritores. Su obsesión por la lírica y la rima no la satisface leyendo, como nosotros. Te diré que soporto mal no estar entre libros, por lo que cuando me quedo solo en la casa paso la mano por las paredes por si encuentro estantes disimulados, secretos...Uno no está preparado para este tipo de situaciones en que la fiebre del deseo no se calma con remedios de botica".
" No quiero sucedáneos -responde Max a una carta de Bernardo que se ha perdido-, no quiero periódicos ni cuentos escolares, te pido libros de adulto."[...] Y ahora, la cuestión palpitante: mandadme algún libro de los que te indico. Supongo que no plantearán obstáculos los correos, pero si los hubiera, imagina con qué gusto cruzaría la frontera a recoger vuestro envío. Me da igual poesía o prosa, siempre que sea literatura.""
Manuel Longares, El oído absoluto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario