Este verano se presentaba como todos: días de descanso, paseos, lecturas, charlas con los amigos de siempre frente a un helado Castilviejo de Aroma, exposiciones, viajes...y sin embargo, lo que nunca pude imaginar es que tenía escondido otra cara que ha hecho de él, un tiempo ingrato, lacerante, desgarrador y desolador, vaciador de vida, ciénaga de melancolías. No olvidaré nunca este verano.Y a pesar de los pesares, he leído y he leído más de lo que me había imaginado, de esto me doy cuenta ahora, que estoy recopilando los títulos de los libros que me han acompañado estos dos meses.
Empecé con una autora de las de ahora, aunque ya consagrada, de la que no había leído nada todavía: Marta Sanz y Clavícula, una historia personal, sobre cómo escribir sobre el dolor físico y también emocional. Muy interesante, me gusta como escribe esta escritora.
Le siguió Maggie O'Farell y Tiene que ser aquí, que trata de una historia de amor de una pareja que decide ir a Irlanda a empezar una nueva vida. Tiene que ser aquí es bastante larga y tiene una estructura narrativa bastante compleja, por cómo los acontecimientos están presentados, por la mezcla de las diferentes personas narrativas (1ª y 3ª) y porque desemboca en un final abierto.
Luego le siguió el turno a una novela negra de uno de los autores más interesantes del momento, John Banville, que la firma bajo el seudónimo de Benjamin Black, Las sombras de Quirke. Quirke es el forense protagonista de las obras black de Banville, esta es la séptima entrega y desde luego, que si es algo esta historia, es elegante, solo los grandes escritores escriben así.
Después, pasé a leer escritores menos conocidos para mí pero, por lo que he podido descubrir, con una larga trayectoria dentro del panorama literario español; es el caso de Hipólito G. Navarro, del que he leído El pez volador, un libro de cuentos, fenomenalmente escritos, me ha encantado, Navarro es un gran cuentista y dominar este género, es para mí algo admirable, sobre todo, si en ellos aparece un fino toque de humor.
Continué con Gustavo Martín Garzo, al que le he cogido el gustillo. Antes, sus libros no me acababan de cautivar y eso me hacía sentir un poco incómoda, porque es un escritor de Valladolid que incluye, muy a menudo, a mi pueblo y su comarca en sus libros. Es un escritor que todos admiran y, un poco condicionada por todo esto, he seguido leyéndolo y menos mal que lo he hecho. Pues bien, en esta ocasión he leído No hay amor en la muerte que es una historia sobre la relación entre padres e hijos y que toma como punto de arranque un tema bíblico, el mandato que Dios hace a Abraham para que sacrifique a su amado hijo Isaac. Se sigue mejor si conoce la historia del Antiguo Testamento.
Frédéric Beigbeder, Oona y Salinger que no lo he leído entero, solo aquellas partes que más me interesaban. Es la historia de la relación de Salinger con Oona, una mujer de las modernas en los años 20, que se movía bien por los círculos intelectuales y artísticos del momento. A Beigbeder, algunos críticos, le consideran un escritor interesante y arriesgado.
Nuria Labari era una escritora totalmente desconocida para mí, pero no me fije en su nombre sino en el título de su novela Cosas que brillan cuando están rotas que me pareció muy bonito y me decidí a leerlo. Es una historia que se sitúa durante los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004, y la novela es como su necesidad de regresar a aquel dolor pasando por la ficción, como un ejercicio de superación personal que pudiera servir al estado de ánimo colectivo.Esta es la historia de un matrimonio, con una hija adolescente, que deciden darse un tiempo antes de tomar una decisión sobre si continuar juntos o no. Él había decido irse a Berlín con su hija y su mujer, periodista, se quedó en Madrid, y es en ese momento cuando tienen lugar los atentados. Aparentemente es una historia ligera, pero está escrita con una suavidad que llama la atención, suavidad que se convierte en un signo de identidad para esta escritora.
Tampoco había leído nada de José Carlos Llop, y me llamó la atención el título del libro, Reyes de Alejandría que hace referencia a los hijos de Cleopatra de los que habla un poema de Cavafis. La novela habla de París y de una generación, la de los '70, de una manera de entender la vida, de los autores y cantantes del momento y de como, poco a poco, toda 'la modernidad' de aquel momento, se fue transformando hasta quedar incorporado como solera para las generaciones que la siguieron.
No sabía que Nell Leyshon había publicado un nuevo libro,-y de ello hace casi ya un año- y como su anterior libro, Del color de la leche, me encantó, no dudé mucho en elegir su nueva novela, El show de Gary. Esta novela tiene como protagonista a Gary, que es quien narra la historia de su vida, de una niñez, dura y difícil que desemboca en una adolescencia y temprana madurez todavía más complicadas, hasta el presente; para ello se sirve de varios flashbacks. El show de Gary es una historia de lo que algunos llaman un perdedor al que la vida le da la posibilidad de enmendar su errores. Me recuerda un poco al Lazarillo de Tormes.
El último libro ha sido un libro de relatos cortos de Jon Bilbao, Estrómboli. De Bilbao, había oído hablar muy bien porque ha sido premiado en varias ocasiones pero del que, hasta este momento, no había leído nada y de verdad que creo que, Estrómboli, es el mejor libro que he leído este verano, no queriendo desmerecer a ninguno de los anteriormente mencionados. Creo que es difícil decantarme por alguno de los relatos que lo componen; todos están perfectamente armados y todas las historias tienen un toque que, después de terminarlos, rasca un poco, ya que, a pocos de los protagonistas, se les concede una nueva oportunidad para rectificar.
La última lectura fue de teatro, un clásico, Luigi Pirandello, Seis personajes en busca de autor, fantástico.
Estas son las lecturas de estos dos meses, como es habitual, en este marcapáginas, hay un poco de todo. Todos los autores, menos uno, son autores actuales y recientes, varios españoles, lo que no suele ser habitual, salvo durante las vacaciones. Ahora tengo el propósito de leer los gordos que tengo desde hace tiempo en casa, a ver si lo cumplo.