Orlando Mondragón
(04 de abril de 1993 en Guerrero, México)
I
Le tomo la mano a mi enfermo
para saber que sigo vivo.
Ha muerto unos instantes
después de que mis manos
buscaran despertar su sangre.
Oscuras turbulencias
revolvían su pecho.
Su vida coagulada
detenía el oxígeno.
No funcionó.
Su corazón ya no podía hablar,
tartamudeaba.
Dentro de las costillas
un ritmo incompatible, atropellado,
un código sin traducción.
Le tomo la mano a mi enfermo
sin que los otros miren.
El monitor de pulso
sigue chillando con su alarma.
Una enfermera lo apaga. Silencio.
SUTURAS
LA VIDA inicia en rojo. La oscuridad abriendo su acueducto. El líquido amniótico se derrama entre las piernas y el útero empuja al nuevo ser. La vida comienza con ese exilio. Tomas al bebé en tus manos. Está sucio. Tus guantes se manchan con la sangre de la madre. Luego de los gritos, un breve silencio. Aunque puede ser largo. Puede durar toda la vida, el silencio. Callarnos antes de poder llorar a todo pulmón.
XV
Su nieta la encontró en el baño,
sentada en su propia oscuridad.
La sombra de su mente
le ha desordenado las palabras.
¿Dónde soy? ¿Quién estoy?
Preguntas que se hacen
cada vez más urgentes.
Con tijeras le quitamos la ropa.
Ella cubre su vulva con las manos.
Su intimidad cae a gajos,
a rasgaduras.
Ella dice que no, pero es preciso.
No, no, repite.
Recaudamos signos y hematomas. No.
Le quitamos las manos. No.
La despojamos de todo. No.
Grita.
Ella no sabe dónde está.
Pero sí quiénes somos
nosotros, los enfermos.
Cuadernos de patología humana.
http://www.blogfundacionloewe.es/category/1-poesia/
https://elcultural.com/premio-loewe-orlando-mondragon-y-la-poesia-como-medicina-de-urgencia
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