En este fin de semana, me he acercado a Asturias. Era un lugar al que tenía muchas ganas de volver porque no había vuelto desde hace bastantes años, cuando vine con mi familia. Todos somos un cuarto de asturianos y yo un poco más que ninguno por mi nombre, mi nombre me une a la familia de mi padre y a esta tierra para mí es Asturias Patria Querida.
Llegamos a Oviedo bajo la lluvia, una lluvia ligera pero de las que calan. Después de ir al hotel, fuimos a la plaza de la catedral, nos esperaba un guía para hacer un visita por el centro de la ciudad, conocer su historia, sus monumentos y lugares con interés histórico. Una de las cosas que contó el guía y que me llamaron la atención fue que, el rey asturiano Alfonso II, el casto inauguró las peregrinaciones a Santiago de Compostela poco después de 820 que fue el año cuando se descubrió la tumba de Santiago el Mayor y la declaración del lugar como “locus Sancti Iacobi”, el lugar sagrado para venerar sus restos. Alfonso II se fue hasta allí y mandó levantar una iglesia sobre los restos del Santo. Después de esto se entiende el lema que dicen los ovetenses de que «Quien va a Santiago y no al Salvador, visita al siervo y deja al señor» . San Salvador es el nombre de la catedral de Oviedo.
En la misma plaza de la catedral hay una estatura - Oviedo es la ciudad de las estaturas- a La Regenta. Todavía recuerdo aquel verano que la leí por obligación y las pocas ganas que tenía de hacerlo y luego no la podía dejar, leía y leía tumbada en el sofá. Es una obra maravillosa, es perfecta. Después de terminarla no encontraba otras novelas de tal perfección de puntuación, de léxico, de todo. Pasear por Oviedo es recordar los pasajes que Clarín dedicó en su novela a esta ciudad, pensar en Ana Ozores, en el Magistral y en don Víctor. Después de comer un fabada, seguimos visitando la ciudad como la bonita plaza del Fontán; el Museo de Bellas Artes que es más grande e interesante de lo que imaginé.
Durante el resto de los días fuimos visitando: el Teatro Campoamor, tan bonito cuando sale en la tele para la entrega de premios Princesa de Asturias; la señorial Calle Uría; el jardín Campo de San Francisco; el Junta General del Principado de Asturias que al ser el puente de la Constitución hacen visitas al público (yo tuve la suerte de poder entrar en una de las visitas guiadas); la animada calle Gascona, también conocida como Boulevard de la sidra,... y todas las tardes, íbamos a merendar a la confitería Rialto . Me hacía mucha ilusión ir porque me encantan sus Moscovitas que un día descubrí viendo el escaparate de una tienda gourmet. Como es un sitio muy pijo, creí que eran unas galletas extranjeras y no asturianas. Son deliciosas. La confitería es un sitio muy agradable para desayunar o merendar aunque siempre estuvo a tope. No te puedes marchar de ciudad sin probar los carbayones ( un roble) el dulce típico de Oviedo. Se trata de un crujiente relleno de almendras, en una base de hojaldre, y cubierto de yema y claras. Confitería Camilo de Blas de la calle Jovellanos. Es un sitio de época, es precioso y los carbayones muy ricos. Fue José de Blas quien inventó este dulce. Tampoco me quiero olvidar de los dulces de las monjas del convento de San Pelayo. Riquísimos.
A pesar de todo lo que visitamos en Oviedo, pudimos dedicar un día a ir a Covadonga.
Primero fuimos de Oviedo a Cangas de Onís y de allí al Santuario. Menos mal que solo íbamos hasta el Santuario porque al ser puente había tanta gente que quería subir a las montañas que no había ya sitio en el transporte público.
Mucha emoción al poder visitar a la Santina, a mi patrona, a la Virgen de mi familia, me acordé mucho de mi padre. También pudimos ir a misa en la Basílica. Había muchísima gente, mucha gente de distintas nacionalidades. Un bonito y emotivo recuerdo.
Luego bajamos otra vez hasta Cangas. Visitamos un poco la ciudad, el puente medieval que es una maravilla y del que colgaba la cruz de Asturias. Compré un pastel de cabracho y unas verdinas y fuimos a comer al único sitio que encontramos que tenían una mesa libre, nos hicieron un hueco en la terraza exterior. Menos mal que no hizo mucho frío. El pescado muy rico.
Una cosa que me hacia mucha ilusión visitar era Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, dos joyas de arte prerrománico únicas en el mundo, pero no fue posible porque están en restauración. Fue una desilución importanteNo sé si volveré, pero me gustaría muchísimo, aunque solo sea por visitar estos dos monumentos que también recuerdo de mi curso de Historia del Arte de COU.
Aquí acaba mi primera vuelta a la tierra de parte de mi familia y a mi patrona. Espero volver.
** Hago aquí este inciso porque yo primero he ido a Oviedo y luego a Santiago. He cumplido con el lema.
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