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Caminos y colina de castaños. Godofredo Ortega Muñoz (San Vicente de Alcántara, 1899 – Madrid, 1982) |
Cuando ya parecía que todo iba por un sendero más o menos conocido, estable, sin demasiados desniveles, alguien ve algo que le llama poderosamente la atención y lo dice. Como estamos enfrascados en esta lucha por la vida, no se le hace caso. Al cabo de unos cuantos meses, vuelve a verlo e insiste con vehemencia; y como ahora los horizontes parecen despejados, se le hace caso. Para mí, comenzará una deriva que me llevará de nuevo, después de 5 años, a vivir momentos que yo tenía guardados en aquel sustrato persistente de la memoria que te permite vivir sin molerte.
Y llegamos al 1 de mayo. En principio, iban a ser 5 días y quería pasarlo sin más, pero, a pesar de los resultados, se toma la decisión y será el miércoles. ¡Cuánta premura! Fue un poco difícil interiorizarlo y aceptarlo. Es la primera vez que el saber se vuelve en mi contra, tampoco servirá de nada haberlo hecho bien, más bien al contrario es sumamente sospechoso. No entendía la decisión visto cómo habían ido las cosas; bueno, entenderlo, entenderlo sí lo entendía, simplemente, esperaba otra determinación; me había esforzado tanto... Sin embargo, las cosas se complican porque hay lo que hay y se presenta como algo bastante delicado; tengo, entonces, que llamar y dar la noticia. Alicia, como siempre, no pone el menor inconveniente, mi hermano tanto. Vienen, ya están aquí pero, en el último momento, se pospone. ¡Más tensión, más incertidumbre, más miedo! Se tendrán que volver a marchar para después volver a venir. Hay que esperar, quieren estar seguros.
Pasan veinte días, ya se despejan las dudas y se confirma; será el día 28. Nunca he sentido tanto dolor físico, nunca. Fueron pasando las horas y se fue pasando pero la sensación no se ha ido, también queda lo demás. Me ha costado mucho, muchísimo hacerme a la idea, mais... il faut faire avec; porque aquí sigo, aun con estos elementos que me ayudan a seguir pensando, a seguir sintiendo, a seguir emocionándome, a seguir siguiendo, a seguir siendo. En el mismo espacio, hay dos hoyos y un bulto. No se ven, pero se sienten. No se ven, pero se palpan. No se ven, no, y, sin embargo, hay están y yo diría que, a pesar de todo, seguiré siendo yo.
Ahora ya puedo escribir sobre todo esto, antes no he podido. Se ha ido pasando todo poco a poco.
Después de las vacaciones, volveré a mi rutina, espero poder estar a la misma altura de siempre, o casi quizás; pero lo importante es estar y sin premura, me daré tiempo, el tiempo de vida, será otro renacer después de un nuevo encontronazo con la vida en este nuevo cruce de caminos que es mi vida, que me pide calma y que me despista.
Me queda ya dar gracias de nuevo a los cielos por permitir que esté, a Alicia, a José, a Irene, a Júlia B, por cuidarme.A Delfina, a Mayte, a Anne, a Elena, a Santiago, por haber estado tan cerca; a Encarna y José Luis, a Mª Jesús y a Miguel, a Montse, a Pilar, a Miguel Ángel, a Maribel, a Núria, a Cindy, a Paquita, a Gemma y Josep Mª y a tantos y a tantas que han estado pendientes de mí, a pesar de que algunos estáis lejos. A todos, un Grand merci.