"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









martes, 1 de noviembre de 2011

ANTONIO MINGOTE



UNA VIEJA ILUSIÓN


Ilustrar el Quijote es una alegría para un dibujante, una feliz aventura que todos hemos deseado iniciar en alguna ocasión. Si lo hago en este momento, viejo ya pero aún optimista en cuanto a mis fuerzas y posibilidades es, más que nada, por el placer de destacar lo que hay de cómico en un libro que el autor quiso que fuera cómico, y así, lo hizo constar, comicidad con verdadero humor, del que es el más alto ejemplo; pero sobre todo lo hago para despertar en el espectador las ganas de leer un libro en el que tantas y divertidas y curiosas y sorprendentes cosas ocurren.

Me he esforzado en servir a la narración, no utilizarla como simple pretexto para lucir mis discutibles habilidades.Tiene el caballero unos cincuenta años, de recia complexión, con unos bigotes negros y caídos (cap. XIV, II parte), y así lo he dibujado. Respecto al escudero, no puede tratarse del campesino obeso que habitualmente se dibuja; tiene unos treinta años (don Quijote lo conoció en la infancia), es ágil y fornido, capaz como su señor de aguantar un vida dura y ajetreada, nada de gordo ridículo. Don Quijote le llama gordo alguna vez, pero se trata de un campesino gordo del siglo XVII, que sería una gordura dudosa según nuestros cánones.

Solo en una ocasión no he sido fiel al relato de Cervantes, que en uno de los primeros capítulos de su obra cuenta cómo al caballero le dejan sin dientes en una pelea. No he querido dibujar a don Quijote desdentado, él no merece esa humillación. Probablemente Cervantes aprobaría mi decisión, porque no era tampoco muy minucioso en los detalles ni riguroso en las descripciones.



A. Mingote, en Leer nº 160. 

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