Martín de Riquer
(Barcelona, 03 de mayo 05 de 1914 - 17 de septiembre de 2013)
Su enajenación mental no se debe a desengaños amorosos, como la demencial furia de Orlando, con quien ha sido exageradamente comparado, sino ante la letra impresa, y su locura estriba exclusivamente en dos conclusiones falsas:
La primera, que todo cuanto había leído en aquellos fabulosos y disparatados libros de caballería era verdad histórica y fiel narración de hechos que en realidad ocurrieron y de hazañas que llevaron a término auténticos y reales caballeros en tiempo antiguo.
La segunda, que en su época (principios del siglo XVII) era posible resucitar la vida caballeresca de antaño de los libros de caballerías y mantener los ideales medievales de justicia y equidad. La manifestación de la locura de don Quijote se dará en total plenitud cuando llegue a poner en práctica las fantasías que bullen dentro de su cabeza.
Fantasías del tipo de las de don Quijote las podemos llevar todos dentro de nosotros, e incluso recreamos en ellas, aun sabiendo que se trata de vanas imaginaciones; pero el hecho de darles salida exteriorizándolas y de actuar de acuerdo con ellas convierte las fantasías en auténticas locuras, y esto es lo que hace don Quijote a partir del primer capítulo de la novela.
Martín de Riquer.
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