" Un amigo es una persona
con la que se puede pensar en voz alta".
R.W. Emerson.
De por sí, iba a ser un fin de semana especial, emotivo, de recuerdos y de anécdotas que te ablandan los ojos...; bajé a mi casa por ello, sin embargo, luego se le fueron sumando otros fragmentos.con la que se puede pensar en voz alta".
R.W. Emerson.
No sabía en qué pueblo, -de los dos que tengo-, podría dedicar unos momentos para él solo, pero, antes de llegar, 'el programa' había cambiando y eso me hizo creer que casi ya no tendría esperanzas de que así fuera, viendo como estaban pasando las cosas. Pero al final, y en uno de esos momentos de no hacer caso de lo que dicen, te diriges a la persona precisa y con grata amabilidad te concede lo que pides y ya está.
Después de todo esto que ocurrió el sábado, el domingo iba a ser anodino y tranquilo. Estaba yo, arreglando cositas por casa, hasta que me entró un WhatsApp: Anda, ¡si es la foto del indicador de Medina! ¡Y si es de Mayte! Leo texto: "Estoy en tu pueblo". ¡Yo no me lo podía creer! ¡Mayte en mi pueblo! A partir de ese momento solamente pensaba en encontrarme con ella y en que el azar iba a regalarme que me viera con mi gran y entrañable amiga, con la que no coincidía desde hacia cinco año. Antes, nos veíamos todos los días, trabajábamos juntas, pero el destino u otras contusiones decidieron que entre nosotras, se impusieran cientos de kilómetros.
Cuando le contesté, ella tampoco se lo creía. Le resultaba imposible imaginar que me iba a encontrar en mi pueblo, en Medina; me hacia lejos, allí donde siempre estoy los finde 'normales' sin puente.
Estaba como siempre, estos cinco años ni se notaban, su voz seguía pausada y bien modulada; su semblante y su mirada recogían la sorpresa de nuestro fortuito reencuentro. Dejamos que los demás visitaran la antigua fábrica de harina y nosotras, nos fuimos, por la parva del canal a hablar de nuestras cosas. Y aunque el día a día, algo nos cambia…¡Qué fácil resulta cuando es la misma sintonía! ¡Qué pocas palabras necesitas para que las vidas vayan y vuelvan rellenadas de amistad! ¡Qué pocos minutos cuentas para saber que hay momentos en los que las dos nos echamos a faltar!
Tuvimos que regresar y, cuando salieron de la fábrica, les propuse visitar rápidamente el pueblo, que es un pueblo que merece la pena, pienso. Hice de improvisada guía turística. Les conté las anécdotas, los detalles, la historia – y Medina tiene bastante- que recordaba, mientras paseábamos por la calle Mayor y las miradas se posaban en todo aquello que les llamaba la atención. Luego, fuimos a la parroquia, a Santa María, cuyas puertas estaban abiertas de par en par porque había comuniones y, lo que tienen los niños, que se cuelan allá donde la prudencia, el respeto de los mayores te paran. Nosotras los seguíamos sin reparar mucho, continuábamos con nuestra charla. ¿Y dónde se colaron? Pues en lo que para mí era el Museo de la Iglesia y que, antes de museo, fue Sacristía. Yo miraba con asombro, al ver que las puertas estaban abiertas y que ellos entraban tan campantes.
Y, al seguirlos, otra sorpresa que nos reservaba la mañana: Nada te turbe. El legado de Santa Teresa en Medina de Rioseco que es el título completo que llevaba la exposición con la que Medina ha querido celebrar el V Centenario del Nacimiento de la mística y que se componía de medio centenar de obras de arte.
Los niños recorrieron todos los rincones de la sala, mientras que Raquel, la jovencita y agradabilísima responsable de la exposición, se afanaba por darnos todo tipo de información sobre las piezas expuestas: La Virgen del Carmen, pieza del taller de Gregorio Fernández, que presidía el retablo mayor del antiguo convento de San José de Madres Carmelitas de Medina de Rioseco y que habría permanecido a los Carmelitas Descalzos; un relieve del escultor Tomás de Sierra o un lienzo de Lucas Jordan, por destacar algunas.
Además, aprendí que, en mi pueblo, no solo hubo un convento de clausura de carmelitas descalzas femenino, que fundó la Santa y yo conocí toda la vida y ha estado abierto hasta hace bien pocos años, sino que además, hubo otro masculino, que se situaba en la actual plaza de toros, es decir, lindando con el de las monjas. De estas monjas recuerdo especialmente los deliciosísimos flanes que hacían por encargo y que aparecían, como por arte de magia, al girar el torno.
Para terminar esta casual visita, Raquel nos pidió que nos hiciéramos una foto con los niños en la sala. Y fue así como Mayte y yo aparecimos en el reportaje de la memoria de la exposición, rodeadas de niños.
Los niños recorrieron todos los rincones de la sala, mientras que Raquel, la jovencita y agradabilísima responsable de la exposición, se afanaba por darnos todo tipo de información sobre las piezas expuestas: La Virgen del Carmen, pieza del taller de Gregorio Fernández, que presidía el retablo mayor del antiguo convento de San José de Madres Carmelitas de Medina de Rioseco y que habría permanecido a los Carmelitas Descalzos; un relieve del escultor Tomás de Sierra o un lienzo de Lucas Jordan, por destacar algunas.
Además, aprendí que, en mi pueblo, no solo hubo un convento de clausura de carmelitas descalzas femenino, que fundó la Santa y yo conocí toda la vida y ha estado abierto hasta hace bien pocos años, sino que además, hubo otro masculino, que se situaba en la actual plaza de toros, es decir, lindando con el de las monjas. De estas monjas recuerdo especialmente los deliciosísimos flanes que hacían por encargo y que aparecían, como por arte de magia, al girar el torno.
Para terminar esta casual visita, Raquel nos pidió que nos hiciéramos una foto con los niños en la sala. Y fue así como Mayte y yo aparecimos en el reportaje de la memoria de la exposición, rodeadas de niños.
Las horas pasaron deprisa, tenían que seguir la ruta; nos tuvimos que despedir ¡qué rápido había pasado!
Volví para casa envuelta en recuerdos regados de nostalgia, pensando en nuestros años de compañeras, de charlas y confidencias, entre tisanas y cortados en el bar de enfrente del trabajo..., pero muy contenta y feliz por haber visto a una amiga, de esas que uno dice ‘con mayúsculas’.
Añado que hoy publico este post, aunque lo que cuento sucedió hace unas semanas, porque hoy, 6 de julio, Le coin des archives cumple años, y fue Mayte la primera persona que dejó un comentario para la entrada que inauguró este espacio.
Mayte, todavía lo recuerdo. Muchas gracias por tu cercanía.
Mayte, todavía lo recuerdo. Muchas gracias por tu cercanía.
Mil besos.
http://www.500stj.es/nada-te-turbe-primero-de-los-actos-conmemorativos-de-medina-de-rioseco/
http://www.500stj.es/wp-content/uploads/2015/04/Programa-Completo-Actos-Conmemorativos-Medina-Rioseco.pdf
http://www.500stj.es/nada-te-turbe-primero-de-los-actos-conmemorativos-de-medina-de-rioseco/
http://www.500stj.es/wp-content/uploads/2015/04/Programa-Completo-Actos-Conmemorativos-Medina-Rioseco.pdf
Nada te turbe: Letrilla que llevaba por registro en su breviario.
2 comentarios:
Querida amiga, yo no tengo ese don de la palabra que veo sigues demostrando en este blog, y no sé si podré expresar la inmensa alegría que supuso verte de nuevo. Ni por un momento podía imaginar aquella mañana cuando íbamos de excursión a Medina de Rioseco, a montar con los niños en el barco del Canal de Castilla, del que yo sólo sabía que era el pueblo de mi amiga, lo que sucedería. Poder charlar contigo recordando el pasado, compartiendo nuestro presente y afrontando el futuro, con la misma sinceridad, y bien dices, sintonía, no se puede expresar, ¡son tantos sentimientos!: Sorpresa, alegría, nostalgia, cariño, agradecimiento… Conocemos a mucha gente a lo largo de la vida, a los que llamamos amigos, pero tú eres de los de verdad, de las pocas personas que me conocen bien, y a la que admiro profundamente. Medina resultó ser un pueblo encantador, aunque creo a todos nos gustó aún más porque lo vimos a través de tus ojos. Y cuando nos separamos, me costó asimilar lo que había pasado, nuestro fortuito encuentro, que era real, que no había sido un sueño, un maravilloso sueño.
Un abrazo enorme, con todo mi cariño.
Mayte, gracias por tus cariñosísimas palabras.
Me ocurre, a veces, que no acierto a explicar qué he hecho para merecer lo que tengo, lo que me ocurre. Este es uno de esos momentos. Sólo se me alcanza dar las gracias.
Gracias por todo, gracias por siempre.
Un beso.
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