No sé decir cuántos años hacía que no pasaba el Domingo de Resurrección en casa, pero han de ser bastantes porque todo lo que veía me parecía nuevo.
Iba por los soportales de la calle Mayor y sentí música de procesión. Recordé que este Domingo era de Resurrección y que era el día de "El encuentro", que, como bien dijo el cura, de este episodio no se habla en los Evangelios, pero no es de extrañar que, a la primera persona que se presenta Jesús, una vez resucitado, fuera a su madre y esto que se supone, es lo que cuenta esta procesión.
Ya en la iglesia, fueron pasando por el pasillo central hacia el altar mayor, los dos pasos protagonistas de "El encuentro": el paso de “Cristo Resucitado” de la Escuela Castellana y el de “Nuestra Señora la Virgen de la Alegría” de Gregorio Fernández S. XVII, cada uno debía de llevar nueve cofrades, vestidos con largas capas blancas. Después, desfilaron otros cofrades unos con las varas y otros con los banderines; las manolas con sus mantillas blancas; las autoridades municipales, el Sr. alcalde franqueado por los maceros con sus mazas de plata y ataviados con un traje de corte muy antiguo: bombachos negros y casullas rojas con el escudo de la Ciudad de los Almirantes de Castilla bordado y tocado en la cabeza. Cerraba el cortejo el Sr. Cura párroco, otro oficiante y los monaguillos.
Empezó la misa. Los primeros bancos, que estaban reservados, fueron ocupados por los cofrades y, desde donde yo estaba, se podían ver muy bien las varas con plateados remates que simbolizan la figura del paso que representan y en la intersección con la madera, un lazo o crespón, la mayoría negros porque estos pasos procesionan el Jueves o el Viernes Santo, aunque había alguno blanco. Las varas las portan los mayordomos de este año; los banderines los que lo fueron el año pasado.
El cura seguía con su oficio y hablaba del significado de este día, de esperanza, de luz renovadora, de bondad fraternal. Mientras, el órgano y el coro remarcaban, con toda la solemnidad, la alegría de la resurrección.
Todo esto que yo estaba viendo, no hubiera tenido todo el sentido, si no hubiera estado a mi lado Merche que, con agrado, respondía a todas las preguntas que le fui haciendo y me daba todo tipo de explicaciones porque yo no recordaba todo aquello.
Santa María, como en los días de gran ceremonial, estaba llena, llena y realzada ya que algunos de sus pasos, los que salen el Viernes Santo, han vuelto, durante estas fechas, a su lugar de reposo junto a los de la iglesia de " Los padres" y llenaban los espacios de las naves laterales; hasta que pronto, vuelvan a descansar en la Iglesia de Santa Cruz, ahora y desde hace unos años, Museo de Semana Santa, porque los Pasos y la Semana Santa son mucho para Medina.
Y éste, sin querer, se ha convertido, en un domingo de los que habitan en el álbum de parte de mi infancia.
"Vos nos dais la salud, Vos el consuelo", Francisco de Quevedo.
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