ENRIQUE MARISCAL
(Buenos Aires. 1934-2016)
Los agricultores trabajaban la tierra desde el alba en el verde valle y no padecían hambre. Llegada la noche, recuperaban fuerzas sin conocer el insomnio. Contaban historias sin tiempo a pesar de que no dominaban el latín ni el griego.
Los pastores conducían su rebaño sabiendo el nombre de cada cordero y cabra, no escribían de las trivialidades diarias, ni tampoco a nadie se le ocurría leer. […] Si veían a algún congénere iracundo, se preguntaban entre ellos por qué ese vecino podía tener tanto miedo, o bien consideraban que debían incrementar sus niveles de tolerancia porque era alguien con dificultades pasajeras para evacuar su intestino. Sabían que lo único que puede cambiar una persona es su forma de pensar y que cada vez que uno se enoja es porque intenta hacer con ello que el otro se sienta culpable. No concebían el significado de ese estado anímico que hoy se llama “estar agobiado”.
Enrique Mariscal, Cuentos para regalar a personas soñadoras.
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