Como si fuera ya una costumbre consolidada, de vez en cuando, Núria nos junta a la primera generación del curso de Literatura Francesa. La excusa, una obra de teatro. Como sabemos que Núria está à la page de los acontecimientos culturales, todos confiamos en su criterio. Para esta obra, le rendez-vous lo había fijado ya antes de vacaciones de verano. Como tengo mala cabeza, enseguida que lo anunció, lo puse en mi agenda y gracias a eso pude organizarme y salir del trabajo para el teatro. Como me ocurre a veces, llegué la última, aunque bien de tiempo. A la entrada, Núria nos explicó que los asientos que teníamos eran los mejores, que otra ex alumna del curso le recomendó que cogiera esos y no otros y acertó. Estuvimos de maravilla en la primera fila, en uno de los lados largos de este escenario rectangular, en el que queda integrado, por decirlo de alguna manera, el propio escenario, escenario de suelo de arena.
Me gustó la obra, nos gustó a todos. Aunque, siempre que no es la Compañía de Teatro Clásico Nacional la que representa una obra, hay que tener en cuenta que los títulos de obras clásicas esconden adaptaciones o reescrituras más o menos acertadas como ocurre en este caso. Y por eso, hubo aspectos de la puesta en escena que me llamaron la atención. Por ejemplo, creo que prevalecieron más los efectos que el texto, tuve la sensación de que, por momentos, se estaba obviando de alguna manera que Bodas de sangre es una tragedia lorquiana, que la fuerza está en ella, en su interior, que cualquier lector de Lorca así lo siente por lo que se necesita poco más que las propias acotaciones del autor para representarla si es que lo que quieres es guardar el espíritu del autor porque, si algo es el teatro de Lorca, es austero; austero en forma, no en fondo, al más vivo estilo de la tragedia clásica, es en eso en lo que radica la fuerza de la obra, al menos eso es lo que me pasa cuando leo el teatro de Lorca. Es cierto que no faltaron alusiones a los símbolos propios del autor: caballo - metieron uno vivo en escena-, luna de luz plateada, navajas y honor. ¡qué buen pretexto es el honor para la venganza! Esa venganza ciega que no se olvida ni perdona y traspasa las generaciones con la muerte como compañera, como destino final del viaje. Pero en Lorca, ese final, la muerte violenta no aparece en escena, él ya se encarga de dar al climax todo el vigor y por eso creo que la obra tendría que haber terminado con las muertes de los hombres, tal vez por eso, el desenlace no me acabó de encajar, creo que se alargó demasiado, quizás fue lo menos Lorca, Eso sí, fue apoteósico, efectista, el público se rindió en un aplauso cerradísimo. Yo no sabía bien a qué, porque si una tragedia es algo, es desenlace por eso, no me levanté a aplaudir, estaba un poco confusa, el argumento principal, para mí, había quedado diluido y demasiado lejos.
Me gustó la obra, nos gustó a todos. Aunque, siempre que no es la Compañía de Teatro Clásico Nacional la que representa una obra, hay que tener en cuenta que los títulos de obras clásicas esconden adaptaciones o reescrituras más o menos acertadas como ocurre en este caso. Y por eso, hubo aspectos de la puesta en escena que me llamaron la atención. Por ejemplo, creo que prevalecieron más los efectos que el texto, tuve la sensación de que, por momentos, se estaba obviando de alguna manera que Bodas de sangre es una tragedia lorquiana, que la fuerza está en ella, en su interior, que cualquier lector de Lorca así lo siente por lo que se necesita poco más que las propias acotaciones del autor para representarla si es que lo que quieres es guardar el espíritu del autor porque, si algo es el teatro de Lorca, es austero; austero en forma, no en fondo, al más vivo estilo de la tragedia clásica, es en eso en lo que radica la fuerza de la obra, al menos eso es lo que me pasa cuando leo el teatro de Lorca. Es cierto que no faltaron alusiones a los símbolos propios del autor: caballo - metieron uno vivo en escena-, luna de luz plateada, navajas y honor. ¡qué buen pretexto es el honor para la venganza! Esa venganza ciega que no se olvida ni perdona y traspasa las generaciones con la muerte como compañera, como destino final del viaje. Pero en Lorca, ese final, la muerte violenta no aparece en escena, él ya se encarga de dar al climax todo el vigor y por eso creo que la obra tendría que haber terminado con las muertes de los hombres, tal vez por eso, el desenlace no me acabó de encajar, creo que se alargó demasiado, quizás fue lo menos Lorca, Eso sí, fue apoteósico, efectista, el público se rindió en un aplauso cerradísimo. Yo no sabía bien a qué, porque si una tragedia es algo, es desenlace por eso, no me levanté a aplaudir, estaba un poco confusa, el argumento principal, para mí, había quedado diluido y demasiado lejos.
Otro rasgo a destacar es que en esta puesta en escena se ha dado una extraordinaria importancia al rapsoda. Lorca, igual que Lope, lo incorpora para anunciar lo que va a suceder, es el previo al desenlace, aunque nos pueda parecer, en un momento dado, que el destino aciago que intuimos no va a triunfar a pesar de las advertencias. En esta adaptación, el rapsoda tiene ente propio, de tal forma es así, que algunas de sus interpretaciones no tienen que ver con el argumento de la obra. Ahora eso sí, el músico, los músicos son muy buenos.
De entre los actores, yo destacaría la interpretación de Anna Castells, la mejor, la de mayor intensidad dramática. Los demás bien, para mí solo bien. Como son, a menudo los mismos actores pero en diferentes obras, tengo la impresión de que ellos cambian de obra, pero poco de registro interpretativo.
De entre los actores, yo destacaría la interpretación de Anna Castells, la mejor, la de mayor intensidad dramática. Los demás bien, para mí solo bien. Como son, a menudo los mismos actores pero en diferentes obras, tengo la impresión de que ellos cambian de obra, pero poco de registro interpretativo.
No sé si este post ha quedado un poco purista, nada más lejos de mi intención, aunque lo que digo es por esa sensación que tengo de que se utiliza una obra clásica de renombre para, en aras de actualizar a los clásicos, hacer de ella una cosa personal, propia del director y se desvirtúa un poco. Parece como si nos hubiéramos olvidado de que los clásicos son clásicos porque no necesitan ser actualizados.
En definitiva, creo que es una obra que merece la pena ir a ver, per sé, porque me gustó, disfruté de verdad y, en nuestro caso se le añade el regusto de la post-obra en la más grata compañía y todo ello fue gracias a Núria. Núria gracias por todo, porque te ocupas de todo y de todos. Merci beacoup.
FICHA ARTÍSTICA :Autoría: Federico García Lorca Dirección y espacio escénico: Oriol Broggi Creación musical: Joan Garriga Interpretación: Ivan Benet, Anna Castells, Nora Navas, Pau Roca, Clara Segura, Montse Vellvehí y un caballo Interpretación musical: Joan Garriga, Marià Roch, Marc Serra Vestuario: Berta Riera Iluminación: Pep Barcons Sonido: Damien Bazin Vídeo: Francesc Isern Caracterización: Helena Fenoy, Marta Ferrer Ayudantía de dirección y apoyo a la regiduría: Anna Castells Regidoría: Anna Cuscó Fotografía: Bito Cels Collage del cartel: Albert Cano Diseño gráfico: Andrea Gusi, Josep Dols.
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