Dejar con hambre a los demás
Hay que dejar con la miel en los labios. El deseo es la medida de la estimación.
Es bueno paliar la sed física, pero no saciarla: lo bueno, si poco es dos veces bueno.
Se pierde mucho en la segunda vez.
Las grandes dosis de agrado son peligrosas, porque conducen al desprecio de lo mejor.
La única regla para agradar: coger el apetito con hambre.
Es más estimulante un deseo impaciente que un hartazgo de placer.
Se disfruta el doble de la felicidad difícil de conseguir.
Baltasar Gracián, El arte de la prudencia.
Oráculo manual. S. XVII
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