Esta es la tercera semana de estar en casa por el Coronavirus y a pesar de tener más tiempo, no veía el momento de ponerme a escribir en el blog sobre los libros que he leído este invierno. He estado muy ocupada.
Antes de hacer el recuento de los libros que he leído, creía que no había leído mucho estos meses, ( y sigo con la misma sensación) a pesar de no haber podido ir a trabajar a mí lugar de trabajo. Sin embargo, cuando he hecho memoria de los libros que han pasado por mis ojos, han salido más de los que me creía y esto me ha reconfortado porque ha habido momentos en los que no he podido avanzar y las lecturas se han dilatado más de lo que me hubiera gustado, pero mi vida, desde hace ya casi un año, va sufriendo muchos, demasiados encontronazos. La suerte es que sigo aquí, ahora, cuando pienso en el blog, pienso en poder celebrar el décimo aniversario de Le coin, pero para ello falta todavía y, ya veremos. A veces, pienso de todo, no descarto ninguna posibilidad, aunque mi aspecto no delate lo que me está pasando.
El primero libro que leí, Si esto es un hombre, de Primo Levi había quedado sin leer del curso al que me apunté, va a hacer dos años casi, sobre la literatura que trata sobre las experiencias vividas en los campos de concentración. Lo dejé sin leer porque ya no podía leer más sobre el tema, me ponía tristísima. Lo curioso es que lo he leído cuando mis circunstancias personales no pintan bien. Uno no se entiende ni así misma, pero estás son las cosas que van ocurriendo en la vida. Afortunadamente, este libro está muy bien y su lectura la pude sobrellevar, a pesar de las experiencias extremas que cuenta. Digo esto sobre este libro sin haber leído el que para todos es el mejor libro de Levi, Los hundidos y los salvados, pero no creo que lo vaya a comprar.
El segundo libro, El ruido y la furia, de William Faulkner, un clásico que tenía pendiente. El volumen que tengo en casa es de una colección que se vendía con El País. Este libro cuenta la decadencia de una familia aristocrática del sur, los Compson . El uso del monólogo interior como técnica narrativa que hace Faulkner, recuerda a Joyce.
El tercero, de la misma colección, es un libro de otro autor americano clásico, Las uvas de la ira de John Steinbeck, que cuenta la vida de la familia Joad en su éxodo desde Oklahoma hacia California en busca de mejores condiciones de vida, puesto que en su estado ya no pueden vivir como campesinos que es lo que han sido toda la vida. Sin embargo, las penurias que van a sufrir durante este éxodo son tremendas y lo peor es que no se vislumbra una solución a tanta adversidad. Es una gran novela también.
El cuarto libro, El trabajo de los ojos de Mercedes Halfon, me lo trajo Isabel cuando vinieron a casa. Es un bonito libro que trata de muchos temas, de mucha vida. Fue solo un préstamo y ya se lo he devuelto.
El quinto, Voyage au bout de la nuit de Louis-Ferdinand Céline. Tenía muchas ganas de leer a Céline. Tengo tres libros de él y ni siquiera había leído el más pequeño, por lo que me decidí a empezar a lo grande porque tenía tiempo. Cada vez que decía a alguien que estaba leyendo este libro, se asombraban, decían que no era el más apropiado para el momento que estaba viviendo e incluso, para disuadirme, hablaban de su trayectoria política. Lo cierto es que Voyage... que cuenta una larga historia de un personaje que vivió una vida muy ajetreada, está muy bien escrito, pero me costó mucho terminarlo, de hecho, estuve varios días sin leerlo y decidí comenzar otro libro porque empecé a dudar de que pudiera terminarlo. Al final lo terminé, pero había perdido un poco el hilo de la historia. Me resultó difícil el francés que utiliza, argot, palabras ordinarias... creo que es el primer libro de un autor francés contemporáneo que me hace tener la certeza de que sé poco todavía de la lengua de Molière. Tendré que insistir.
Por eso, para seguir, elegí un libro que sabía que me iba a gustar, Querido Miguel de Natalia Ginzburg que lo había comprado recientemente. No me defraudó, me encanta como escribe esta señora y la traducción de Carmen Martín Gaite es maravillosa, así como las palabras que dedica Ítalo Calvino en el prólogo a Ginzburg. Todo esto para decir que este libro rezuma melancolía, que es original ya que es un compendio de cartas familiares y que merece la pena leerlo.
El séptimo libro y el octavo libro pertenecen a otro gran escritor, J.M.G. Le Clézio premio nobel de literatura. Empecé por Tempête que hace unos años compré en Francia, creo que en Lille. Me han gustado mucho estas dos historias cortas. Le Clézio es un gran escritor, un poco áspero pero muy bueno. Luego me animé y seguí con Ritournelle de la faim que no me atrajo mucho cuando lo compré en Saintes, al poco de que le concedieran el premio Nobel y por eso, en las estanterías quedó hasta hoy. Es una gran historia también pero, me ha gustado menos que Tempête.
El noveno y último Las armas secretas de Julio Cortazar, empecé a leerlo por las tardes antes de que el volumen de trabajo me absorbiera completamente. Me encantan los cuentos de Cortázar, que los descubrí gracias a Edgardo, sin embargo, este volumen me ha dejado un sabor agridulce.
**Estos cuantos libros han llenado mis horas y mis días en estos meses de vida. Cuando leía
Mi querido Miguel volví a trabajar. 17 de febrero. Después vinieron las malas noticias.