"Muchos de los que duermen en el polvo...". Profecía de Daniel (12,1-3)
hace de nosotros un barco de papel que lucha ante su propio naufragio.
¿Cómo dominar o dominarse en los torbellinos?
¿Cómo dominar o dominarse en los torbellinos?
No se me alcanza.
La tristeza se apodera de la inmensidad de la vida.
Cruje.
Uno se pone triste porque echa en falta a los que faltan.
Chirrían los adentros.
Ausencia.
La palpo en todo momento y lugar, pero especialmente en la casa.
Todo ha cambiado de repente.
Sí, en dos meses.
Y entonces...,
El silencio se apodera de la ausencia de vida cotidiana en casa.
Ya no se oyen las pisadas de las zapatillas en el pasillo,
ni el ruido del exprimidor, ni los buenos días, ni nada de nada.
Levanto las persianas.
Fuera, todo sigue igual: el sol que sale de las lomas,
los pinos brumosos, las torres de las iglesias,
los patios de las casas de los vecinos,
el olor de los bollos de la panadería de Elías,
el olor de la hierba humedecida por el rocío,
el motor de un coche que se aleja,
un perro ladra...
Las golondrinas y los estorninos revolotean al rededor de las ventanas,
vienen a los nidos.
Ya no hay nadie que refunfuña por las manchas de los cristales y los alféizares,
también la deben de echar de menos.
Fuera todo sigue igual..., el cambio está dentro.
A la casa y a mí nos falta lo mismo.
Fuera todo sigue igual..., el cambio está dentro.
A la casa y a mí nos falta lo mismo.
Solo lo notamos dentro.
Fuera, nada ha cambiado. Dentro, el silencio puede.
Fuera, nada ha cambiado. Dentro, el silencio puede.
Por momentos, retorna apacible como un eco dulce y áspero su voz cálida.
À Rita G. R., in memorian.
*Hace tiempo que escribí esta entrada. No la había publicado todavía, no estaba como a mí me parecía y la dejé en borradores aunque, de vez en cuanto, la volvía a leer. Ahora me he puesto a retocarla y me gusta más.
Creo que hoy es un buen día para editarla. Hoy, son 3 años.
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