Croacia era un país al que tenía ganas de ir, todo el mundo hablaba maravillas de él. Creo que tenía muy altas expectativas y por ello, creo que volví un poco desencantada y eso que reconozco que es un país fenomenal y que tampoco lo visitamos todo para no amarlo. Es un país de forma original, los nombres de sus ciudades nos suenan por la guerra, pero eso ya está pasado y Croacia es un país de la UE. Nosotros empezamos el recorrido por el sur, por Dubrovnik. Hay muchos, muchos turistas. El azul turquesa de las aguas del Adriático, es impresionante. Luego fuimos subiendo por la costa: Ston, Split, Trogir, Sibenik, cada una con su singularidad. Llegó la hora de ir al
Parque Nacional de Plitvice -Patriomonio Universal de la UNESCO desde el año 1979 con una extensión de 30.000 hectáreas de bosques de hayedos, pinos y abetos. Un auténtico paraíso del agua que cuenta con 16 lagos, 92 cascadas y arroyos alimentados por el río Korana, el guía nos dijo que estas aguas de forma subterránea se juntan a las del Rhin, increíble- y llegamos a la capital, Zagreb que es bastante moderna. Desde aquí fuimos a Ljubljana, capital de Eslovenia, me gustó mucho esta ciudad, es una ciudad con mucho encanto y los eslovenos parecen gente de calma, al contrario que los croatas que parecen de sangre más caliente. La historia hace un carácter.
No quiero terminar sin recordar que fui a este viaje con el dedo meñique del pie izquierdo roto. Dos noches antes tuve un percance en casa; es la primera vez que me rompo algo. Me pase todos estos días - menos la visita del parque- con unas sandalias descubiertas; no sé cómo lo aguantaron, ni cómo lo aguanté yo. María me vendó los dedos y me fue muy bien. Un año después todavía se me hincha ¡ Qué contrariedad!
Este viaje fue una bonita experiencia porque coincidimos con gente estupenda de Canarias y de Andalucía. ¡lástima que no haya podido tener continuidad!
Agosto del 19 al 26
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