Hoy, de mañana, se sientía el repiqueteo de las gotas de lluvia sobre la baranda del balcón. La sensación de incredulidad al oírlo ha sido mayúscula. El llover, la lluvia, se ha convertido en algo extraordinario, mágico. Antes, era estacional, casi anodino; ahora es circunstancial. Se nos va a olvidar el olor a limpio, a tierra mojada, a vida nueva. Abro la ventana y dejo que las gotas caigan en mi mano; es agradable sentir las gotas de lluvia sobre la piel.
Hoy, es domingo y, diría que estamos todos contentos, aliviados, felices, estamos de enhorabuena porque llueve. E incluso, para aquellos que denostaban los días de lluvia, quiero pensar que hoy es un día singular, que hoy es un buen día también para ellos, la lluvia, hoy, es un regalo para todos porque, llover es ya algo insólito, excepcional y, a poco que las nubes se empeñen, la lluvia será una rareza.
Ahora, es casi mediodía, y ya no llueve. Una pena; se acabó la felicidad. ¡ Qué poco nos ha durado el buen tiempo!
Fernando Pessoa
(Lisboa, Portugal 1888- 1935)
Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego…
Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece…
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente…
2 comentarios:
Precioso, un abrazo
Muchas gracias. Otro abrazo para ti
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