Qué tendrán estos días de primavera que se despiertan grises, que en lugar de retenerte en casa te empujan a la calle y caminar bajo la fina cortina de lluvia se convierte en uno de los más gratos placeres de las suaves mañanas primaverales.
¿Tal vez sea que el aire huele a limpio, a hierba remojada, a tierra empapada? ¿Quizá que las remozadas hojas de los árboles presentan ese fino barniz esmeralda que les representa tersas y brillantes?
¿Qué el cárdeno de los ladrillos se reverbera más intenso, o que las gotas de lluvia han sacado lustre a las fachadas de vetustos edificios de piedra nacarada?
¿Acaso sea un poco de nostalgia que se esparce al estallar las gotas de agua? ¿Acaso sea desahogo, acaso ligereza, acaso complacencia, acaso…
¿Tal vez sea que el aire huele a limpio, a hierba remojada, a tierra empapada? ¿Quizá que las remozadas hojas de los árboles presentan ese fino barniz esmeralda que les representa tersas y brillantes?
¿Qué el cárdeno de los ladrillos se reverbera más intenso, o que las gotas de lluvia han sacado lustre a las fachadas de vetustos edificios de piedra nacarada?
¿Acaso sea un poco de nostalgia que se esparce al estallar las gotas de agua? ¿Acaso sea desahogo, acaso ligereza, acaso complacencia, acaso…
3 comentarios:
Me has dejado con la boca abierta con la sencillez y la sutileza de estas palabras que, imagino, habrás escrito tú. Casi puedo sentir la humedad y la frescura de la lluvia ahora mismo!
Me alegra saber que te ha gustado. Bises.
Tus palabras son tan bonitas que casi me reconcilian con la lluvia... lluvia que odio...
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