"Merece algo más que aplauso quien hace apetecibles las obras
valiosas".
[...] "En lo que respecta al crítico (un
intermediario a fin de cuentas), incurrirá en graves deficiencias si da en
creer que su paladar constituye el único criterio admisible. No es raro toparse
con personas que identifican lo que no les gusta o les despierta alguna suerte
de antipatía con lo que está mal hecho. La historia universal de la literatura
abunda en casos de juicios adversos sobre obras que el tiempo elevó a la
categoría de maestras.
Merece algo más que aplauso, merece
agradecimiento el crítico que hace apetecibles las obras valiosas; aquel que no
se limita a descifrarlas con adusta terminología de profesor, sino que se toma
la molestia de transmitir entusiasmo, humanizando generosamente sus textos
críticos por la vía de exponer una parte de su condición de lector sensible;
aquel, pues, que explica con precisión y claridad las razones por las que
considera que una obra determinada repercute positivamente en él. Nada de lo
cual es compatible con eslóganes del tipo: “lean sin falta la novela, no se la
pierdan” y demás clichés del redactor de reseñas metido a mercader. Ni con la
dejación intelectual de quien, para ponderar la calidad de un autor,
menosprecia a otros. Ni con el lanzamiento de cohetes artificiales del tipo:
“el mejor de su generación, el más grande de su época” y demás hipérboles de
improbable demostración que, además, contribuyen a difundir y fijar los
tópicos".
Fernando Aramburu, "Crítica de la
crítica", El País.
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