A D. V. in memoriam.
Mi padre decía que "morirse era la última bobada"; la última bobada que uno hace. La vida se cierra así, con una bobada, es llamativo como terminamos, después de tantos afanes.
Cuando muere una persona mayor esta bobada, en general, es la última de una buena colección; pero cuando el que muere es un chico joven, esta última bobada es pena porque no le ha dado tiempo a hacer muchas otras.
Debe ser esta la razón por lo que resulta difícil aceptar la pérdida de una persona joven y esta pérdida casi llega a ser insoportable cuando las circunstancias que la rodean son descabelladas, extrañas, absurdas, necias, disparatadas.
Se aceptan las enfermedades, los accidentes, los fallos, pero la fatalidad, el infortunio, la desventura... es pésimo.
Debe ser esta la razón por lo que resulta difícil aceptar la pérdida de una persona joven y esta pérdida casi llega a ser insoportable cuando las circunstancias que la rodean son descabelladas, extrañas, absurdas, necias, disparatadas.
Se aceptan las enfermedades, los accidentes, los fallos, pero la fatalidad, el infortunio, la desventura... es pésimo.
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