Venía recordando algunas de las ideas que más me habían interesado de una conferencia a la que había asistido sobre lectura, ordenadores, hipertextos, escritura, información, conocimiento, saberes y cuentos; cuando, al llegar cerca de la puerta de un cine, salía una mujer de mi edad, más o menos, a la que le colgaba del bolso una rebeca blanca que arrastraba las mangas. A los pocos metros, la fina prenda se deslizó delicadamente de su apoyo y cayó al suelo. Avivé la marcha para recogerla y dársela a su propietaria. Sin embargo, cuando ya la tenía y alcé la mirada para llamarla, ella se volvía porque se había dado cuenta de que le faltaba su chaqueta.
- Gracias,-me dijo, y añadió- ¡Menos mal que no eran las bragas!
¡¡¿¿??!! Carcajadas .
- Bueno, si hubieran sido las bragas, - carcajadas- no creo que te las hubiera recogido.
Siguieron las carcajadas.
Siguieron las carcajadas.
Y en esto, cogió la chaqueta como lo hacen los futboleros con las bufandas de sus equipos y la hizo girar al aire. ¡¿Mira que si hubieran sido las bragas...!?
De nuevo las risas.
Nos despedimos bajo las carcajadas.
De nuevo las risas.
Nos despedimos bajo las carcajadas.
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