El grito del ave doméstica.“Nacimos en una guerra y moriremos en otra”, dice serenamente uno de los personajes de estos cuentos. De Stalin a Putin, la vida transcurrió, preciosa a escala individual, terrible a escala colectiva. Así el viejo Aleksánder Ivánovich, nacido en un tren en 1941, acaba refugiado en un vagón litera en 2014, después que su ciudad haya sido destruida en un ensayo militar.
¿Por qué los personajes de Ósipov son tan penetrantes, tan reales? Ósipov es cardiólogo en un hospital público; su consulta acoge una enorme variedad de personas, cada una con su fajo de historias. Por encima del hombro del médico, el escritor también ausculta, y escribe. En sus relatos, el instinto de huir y lavarse las manos del desastre choca con el sentimiento de pertenecer a una cierta familia: la de las aves domésticas que no se han vuelto crueles en contacto con los predadores. No siempre están preparadas para afrontar las inclemencias, y algunas intentan emigrar hacia zonas del mundo más amables.
Pero en el mundo no existen zonas amables. Solo existe lo que llamamos casa: el compartimento de un tren, una habitación realquilada, el altillo de un teatro, un país cafre, qué más da mientras florezca un poco de bondad y de poesía, y mientras exista un médico escritor que sepa contarlo. En Rusia hay más de uno: de Chéjov a Ósipov. Tienen mucho que ver el uno con el otro. Poderosos y humanísimos, su grito de ave doméstica logra preservar la sensibilidad de nuestro corazón.
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