El buen lector hace el buen libro.
R.W. Emerson.
Al finalizar cada estación,hago un recuento de los libros que he leído durante los meses que han precedido, para que no se me olviden ni títulos ni autores y, al preparar este post me he dado cuenta de hay un buen número de títulos, creo que más que nunca.
Son obras que se han ido presentando, -en muchos casos por casualidad- o porque alguien me ha hablado de ellas y, aprovechando que las tenía en casa, fueron pasando de las estanterías al bolso, o la mesilla de noche. Otras son recomendaciones de amigos y las demás, o porque te dejas tentar en las librerías y ves, de repente aquellas que siempre has querido comprar o porque me propuse hace un monográfico de literatura rusa, empezando por leer todo lo que tengo de los realistas rusos, -propósito que no he podido cumplir de todo, por lo que me quedan algunas más para otoño- El resto de las lecturas se lo debo al azar que siempre me acompaña a la hora de elegir lecturas.
Son obras que se han ido presentando, -en muchos casos por casualidad- o porque alguien me ha hablado de ellas y, aprovechando que las tenía en casa, fueron pasando de las estanterías al bolso, o la mesilla de noche. Otras son recomendaciones de amigos y las demás, o porque te dejas tentar en las librerías y ves, de repente aquellas que siempre has querido comprar o porque me propuse hace un monográfico de literatura rusa, empezando por leer todo lo que tengo de los realistas rusos, -propósito que no he podido cumplir de todo, por lo que me quedan algunas más para otoño- El resto de las lecturas se lo debo al azar que siempre me acompaña a la hora de elegir lecturas.
Creo que esta vez, me va a resultar bastante difícil recordar el orden cronológico de mis lecturas, pero ahora ese hecho me importa menos, lo que importa es que las escriba.
Empezaré por todo un clásico Crimen y castigo de Fiodor Dostoievski, del que recordaré su pericia por mantener la intriga sobre cuál será la decisión final del protagonista, a pesar de que el título lo deja claro desde el principio.
Siguiendo con el mismo autor, leí El jugador que me fue gustando más a medida que iba avanzando la historia.
Le siguió La verdadera vida de Sebastian Knight, del escritor; de origen ruso, aunque nacionalizado estadounidense; Vladímir Nabókov en el que se narra la vida de Sebastian Knight contada por su hermanastro, de una manera muy original.
El siguiente fue una recopilación de cinco relatos El grito del ave doméstica de Maksim Ósipov,. Este libro fue una recomendación de Núria. Ella conoció al autor quien se acercó a la librería de su barrio y le encantó. Un autor ruso contemporáneo que tiene una manera muy cercana de contar historia cercanas. Para no perdérselo.
Luego llegó Rudin de Ivan Turgueniev, otro autor clásico ruso.
Siguió Le Malentendu de Irène Némirovsky, escritora nacida en Kiév, pero asentada en Francia hasta que fue capturada por los nazis. Esta, su primera novela se sitúa en la Costa Vasca donde pasan sus vacaciones las familias de la alta burguesía y en la que Yves et Denise se enamoran apasionadamente y cuya adultera relación se continúa después en París.
Ya no cambié de lengua y le siguieron Une femme de Annie Ernaux en la que la autora cuenta la vida de su madre y su relación con ella; así como Un pedigrée de Patrick Modiano. Siempre es un gusto leer a Modiano y así lo sigue confirmando esta novelita en la que cuenta una parte de su historia personal.
Tanto Dublinenses, otra recopilación de relatos, en los que en algunos, se adivina el gran Joyce de Ulisises, como Electra de Sófocles estaban en la bibliografía de un curso que he hecho y que, como las tenía por casa, he vuelto a releer o leer; así como, Cuatro corazones con freno y marcha atrás de E. Jardiel Poncela. Poncela es un autor que siempre me apetece leer porque en sus obras todo es posible.
Para ir acabando, el turno ahora es de Pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg. Este libro lo compré por Navidad -creo- porque me llamó la atención el título y el comentario que se podía leerse en la faja que suele acompañar a los libros de la editorial Acantilado. Lo leí después de Fiestas y, de verdad, que es una joya. No conocía a la autora y me encanta. La anécdota de este libro es que es el mismo que la reina Letizia regaló a Penélope Cruz el día que fue a visitarla en un rodaje. Me hizo gracia la coincidencia.
El día del libro compré El ojo castaño de nuestro amor de Mircea Cărtărescu, del que ya he leído Nostalgia. Antes de leerlo yo, se lo dejé a Alex, (que fue quien me sugirió que leyera a este autor) porque andaba enfrascada en otras lecturas, y me lo devolvió diciendo que se repetía un poco este autor.Sin embargo, a mí me gustó mucho.
Me gustaría añadir que, tanto en El ojo castaño de nuestro amor como en El grito del ave doméstica hay muchas alusiones a obras y escritores, admirados por ambos escritores, lo que siempre es de agradecer porque ayuda a recordar e incluso a descubrir a autores maravillosos de la historia de la literatura.
Termino con otro autor especial, Luis Sepúlveda. De este autor chileno había leído ya: Un viejo que leía novelas de amor, Historia de una gaviota y el gato que le enseñó a volar, La lámpara de Aladino, y al ver que había publicado un nuevo título, de estos que son para niños de todas las edades, compré Historia de un Perro llamado Leal, que se hace demasiado corta, la verdad, es que esperaba un poquito más.
Como siempre, no faltó una antología de cuentos de autores clásicos en el género: Washington Irving Leyenda del soldado encantado; Guy de Maupassant El albergue; Herman Melville El hombre pararrayos; Edgar A. Poe Manuscrito hallado en una botella; Alexandre Pushkin El maestro de postas; Robert Louis Stevenson El ladrón de cadáveres; Lev Tolstói Cuánta tierra necesita un hombre.
Hasta aquí han llegado las lecturas de Primavera. A ver qué decido leer este verano, de todos modos espero disfrutar con ellas.
Empezaré por todo un clásico Crimen y castigo de Fiodor Dostoievski, del que recordaré su pericia por mantener la intriga sobre cuál será la decisión final del protagonista, a pesar de que el título lo deja claro desde el principio.
Siguiendo con el mismo autor, leí El jugador que me fue gustando más a medida que iba avanzando la historia.
Le siguió La verdadera vida de Sebastian Knight, del escritor; de origen ruso, aunque nacionalizado estadounidense; Vladímir Nabókov en el que se narra la vida de Sebastian Knight contada por su hermanastro, de una manera muy original.
El siguiente fue una recopilación de cinco relatos El grito del ave doméstica de Maksim Ósipov,. Este libro fue una recomendación de Núria. Ella conoció al autor quien se acercó a la librería de su barrio y le encantó. Un autor ruso contemporáneo que tiene una manera muy cercana de contar historia cercanas. Para no perdérselo.
Luego llegó Rudin de Ivan Turgueniev, otro autor clásico ruso.
Siguió Le Malentendu de Irène Némirovsky, escritora nacida en Kiév, pero asentada en Francia hasta que fue capturada por los nazis. Esta, su primera novela se sitúa en la Costa Vasca donde pasan sus vacaciones las familias de la alta burguesía y en la que Yves et Denise se enamoran apasionadamente y cuya adultera relación se continúa después en París.
Ya no cambié de lengua y le siguieron Une femme de Annie Ernaux en la que la autora cuenta la vida de su madre y su relación con ella; así como Un pedigrée de Patrick Modiano. Siempre es un gusto leer a Modiano y así lo sigue confirmando esta novelita en la que cuenta una parte de su historia personal.
Tanto Dublinenses, otra recopilación de relatos, en los que en algunos, se adivina el gran Joyce de Ulisises, como Electra de Sófocles estaban en la bibliografía de un curso que he hecho y que, como las tenía por casa, he vuelto a releer o leer; así como, Cuatro corazones con freno y marcha atrás de E. Jardiel Poncela. Poncela es un autor que siempre me apetece leer porque en sus obras todo es posible.
Para ir acabando, el turno ahora es de Pequeñas virtudes de Natalia Ginzburg. Este libro lo compré por Navidad -creo- porque me llamó la atención el título y el comentario que se podía leerse en la faja que suele acompañar a los libros de la editorial Acantilado. Lo leí después de Fiestas y, de verdad, que es una joya. No conocía a la autora y me encanta. La anécdota de este libro es que es el mismo que la reina Letizia regaló a Penélope Cruz el día que fue a visitarla en un rodaje. Me hizo gracia la coincidencia.
El día del libro compré El ojo castaño de nuestro amor de Mircea Cărtărescu, del que ya he leído Nostalgia. Antes de leerlo yo, se lo dejé a Alex, (que fue quien me sugirió que leyera a este autor) porque andaba enfrascada en otras lecturas, y me lo devolvió diciendo que se repetía un poco este autor.Sin embargo, a mí me gustó mucho.
Me gustaría añadir que, tanto en El ojo castaño de nuestro amor como en El grito del ave doméstica hay muchas alusiones a obras y escritores, admirados por ambos escritores, lo que siempre es de agradecer porque ayuda a recordar e incluso a descubrir a autores maravillosos de la historia de la literatura.
Termino con otro autor especial, Luis Sepúlveda. De este autor chileno había leído ya: Un viejo que leía novelas de amor, Historia de una gaviota y el gato que le enseñó a volar, La lámpara de Aladino, y al ver que había publicado un nuevo título, de estos que son para niños de todas las edades, compré Historia de un Perro llamado Leal, que se hace demasiado corta, la verdad, es que esperaba un poquito más.
Como siempre, no faltó una antología de cuentos de autores clásicos en el género: Washington Irving Leyenda del soldado encantado; Guy de Maupassant El albergue; Herman Melville El hombre pararrayos; Edgar A. Poe Manuscrito hallado en una botella; Alexandre Pushkin El maestro de postas; Robert Louis Stevenson El ladrón de cadáveres; Lev Tolstói Cuánta tierra necesita un hombre.
Hasta aquí han llegado las lecturas de Primavera. A ver qué decido leer este verano, de todos modos espero disfrutar con ellas.
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