Convertido en la institución cultural más importante de España y en una de las pinacotecas más destacadas del mundo, el Museo Nacional del Prado tiene una colección de cerca de 8000 pinturas, de las que 1700 están expuestas en el edificio Villanueva y más de 3200 se distribuyen entre 255 instituciones culturales de toda España. Sus salas, por las que pasan anualmente casi tres millones de visitantes –más de la mitad extranjeros–, han servido de inspiración a algunos de los pintores más significativos de los últimos 150 años, como Fortuny, Sorolla, Picasso, Monet, Renoir, Durant o Chase.
El Prado es conocido más como museo de pintores que de pinturas por la singularidad de su origen dependiente del mecenazgo real de los siglos XVI y XVII, orientado a reunir el mayor número de obras posible de los artistas preferidos. Por este motivo, el Museo tiene los mayores conjuntos de El Bosco, Tiziano, El Greco, Rubens, Velázquez o Goya, en algunos casos con más de un centenar de obras. Con la dinastía Borbón llegaron los pintores franceses en un siglo XVIII dominado por artistas foráneos, como los italianos, hasta finales de la centuria, en la que Goya devolvió a un español el dominio del escenario cortesano. En el siglo XIX, la desamortización de los bienes eclesiásticos contribuyó, a través de los fondos del Museo de la Trinidad –La Fuente de la Gracia, Auto de fe presidido por santo Domingo de Guzmán, entre otros–, a incrementar las colecciones de El Prado, que se cerraron en 1881. Aunque eminentemente pictóricas, también comprenden excepcionales testimonios escultóricos, de artes decorativas y de obras sobre papel, desde la Antigüedad hasta el siglo XIX.
Desde su fundación, el Museo ha ingresado más de 2300 pinturas y gran cantidad de esculturas, estampas, dibujos y otras piezas a través de donaciones –como las Pinturas negras de Goya–, legados –como el de pintura del siglo XIX de Ramón de Errazu– y compras –Fábula y La huida a Egipto de El Greco, La condesa de Chinchón de Goya o El barbero del papa de Velázquez, por ejemplo–. Entre los tesoros más emblemáticos que se pueden contemplar hoy en El Prado se encuentran El jardín de las delicias de El Bosco, El caballero de la mano en el pecho de El Greco, El tránsito de la Virgen de Mantegna, Carlos V en Mühlberg de Tiziano, El lavatorio de Tintoretto, el Autorretrato de Durero, Las meninas de Velázquez, Las tres Gracias de Rubens, La familia de Carlos IV de Goya o Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga de Gisbert.
El Museo actual está formado por varios inmuebles –el edificio Villanueva, el Claustro de los Jerónimos, el Casón del Buen Retiro, el edificio administrativo de la calle de Ruiz de Alarcón y el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro– que superan los 45 000 metros cuadrados de superficie útil. Como organismo público, una ley regula su funcionamiento y está regido por un patronato presidido por el ministro de Cultura correspondiente y cuyos presidentes de honor son SS. MM. los Reyes de España.
Los Premios Princesa de Asturias están destinados, según señala su Reglamento, a galardonar “la labor científica, técnica, cultural, social y humanitaria realizada por personas, instituciones, grupo de personas o de instituciones en el ámbito internacional”. Conforme a estos principios, el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades se concederá a “la labor de cultivo y perfeccionamiento de las ciencias y disciplinas consideradas como actividades humanísticas y de lo relacionado con los medios de comunicación social en todas sus expresiones”.
En esta edición concurrían un total de 29 candidaturas procedentes de 14 países. Este ha sido el segundo de los ocho Premios Princesa de Asturias que se conceden este año, en que cumplen su trigésimo novena edición. Anteriormente fue otorgado el Premio Princesa de Asturias de las Artes al director teatral británico Peter Brook. En las próximas semanas se fallarán los correspondientes a (por orden) Cooperación Internacional, Deportes, Letras, Ciencias Sociales, Investigación Científica y Técnica y Concordia.
El Premio está dotado con una escultura de Joan Miró –símbolo representativo del galardón−, un diploma, una insignia y la cantidad en metálico de 50.000 euros.