En el verano, del comienzo de Le coin des archives, leí el libro de Sandor Marai, La herencia de Eszter. Este libro me encantó.Recuerdo que al mismo tiempo, que lo leía, me hacía reflexionar sobre cómo, a veces, hay gente que se va de tu vida después de haberse llevado todo. A Eszter se le fue el hombre que amaba y la dejó sin nada y dolorida.
Ayer pensé en el mar como símil, en este mar al que echamos, bien al fondo, lo que no nos gusta con la esperanza de que nunca vuelva a nuestra vida. Pero las mareas juegan su papel, lo sacan del fondo y, con el tiempo, lo depositan en la playa. El mar suele devolver aquello que no reconoce como suyo ni lo quiere para nada.Esta manera metafórica de ejemplificar lo que ocurre a veces, tal vez, solo sirva para suavizar lo que nos sorprende o lo que no tiene una explicación en nuestra "lógica". Normalmente, no pensamos que vaya a volver aquello que acabó y que pueda, incluso, que no se nos haya dado bien olvidar. Pero lo que piensa uno, no siempre tiene que ver con lo que piensa el otro y en la playa nos encontramos de nuevo: "¡Vaya no sabes quién soy! Me has borrado de tus contactos". ¡Vaya por Dios!- piensas en un primer momento- no he reconocido el número... Luego vuelve la calma, una calma azarada, de primeras.
De nuevo pienso en Eszter porque al final de la novela, quien la dejó sola y prácticamente en la miseria, regresa a por lo poco que aún le quedaba, y Eszter ya frágil y desvalida, no lucha por salvar la nada que todavía era suya, ni siquiera lucha por su dignidad: la traca final es demasiado para ella y muy grande y cínico el carroñero.
2 comentarios:
Hola Covadonga! Hace mucho que no me pasaba por tu blog. Me ha gustado este post, yo lo que creo es que siempre que hay alguien que te lastima, más tarde o más pronto (re)aparece en tu vida cuando menos se lo espera. Bises:)Ana.
Muchas gracias, Ana. À bientôt.
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