Al ponerme a escribir la entrada sobre las lecturas de este verano, me di cuenta de que no habían sido muchas, y es que, cuando no leo, es porque algo muy intenso me pasa. Esto me ocurre , a veces, que dejo de leer o leo muy poco. Lo mismo me ha sucedido durante este mes de agosto en el que momentos transcendentales me han pasado en casa y fuera de ella pero, sin embargo, esta vez ha sido diferente porque, a pesar de mi estado, mis preocupaciones, mis temores, mis tristezas, mis desencantos definitivos aunque no menos sospechados, me he asido a los libros como una rama salvavidas y he leído, porque la lectura me acompaña siempre, igual que lo han hecho mis amigos, jóvenes o no tanto, nuevos, de hace años o de siempre que, aunque algunos de ellos están lejos, constantemente me han tenido presente. A ellos, (Ana, Julia B., Júlia J., Elena, Anne, M. Victoria, Paquita, S., Cármenes, ) les doy las gracias por los cariños recibidos, por hacerme saber que vuestra amistad es enorme, tierna y reconfortante.
Doy las gracias igualmente a las personas en cuyas manos he estado durante varias horas, a las personas que me atendieron y a mi familia (especialmente a Alicia, José e Irene) que me han cuidado. También a los amigos y conocidos que por mí se han interesado
Durante estos días delicados, he tenido, también, un pensamiento para los que ya no están, en cómo lo hubieran vivido y en lo mucho que les echo de menos.
Ahora, doy gracias todos los días porque cada día es una nueva vida, una luz, un cielo, olores y gustos nuevos.
Pero la vida sigue, el sol sale, el viento sopla, la lluvia cae, la luna brilla y en esa continuidad anodina, solo falta terminar lo que todavía no ha concluido para que los mejores deseos de mi familia, mis amigos y los míos se cumplan y podamos seguir juntos otro tramo del camino con las mismas ilusiones y esperanzas que siempre hemos compartido.
Doy las gracias igualmente a las personas en cuyas manos he estado durante varias horas, a las personas que me atendieron y a mi familia (especialmente a Alicia, José e Irene) que me han cuidado. También a los amigos y conocidos que por mí se han interesado
Durante estos días delicados, he tenido, también, un pensamiento para los que ya no están, en cómo lo hubieran vivido y en lo mucho que les echo de menos.
Ahora, doy gracias todos los días porque cada día es una nueva vida, una luz, un cielo, olores y gustos nuevos.
Pero la vida sigue, el sol sale, el viento sopla, la lluvia cae, la luna brilla y en esa continuidad anodina, solo falta terminar lo que todavía no ha concluido para que los mejores deseos de mi familia, mis amigos y los míos se cumplan y podamos seguir juntos otro tramo del camino con las mismas ilusiones y esperanzas que siempre hemos compartido.
Para todos: un grand merci!
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