Durante este verano he leído varios libros -no todos novelas- que me han hecho pasar unos buenos momentos.
El primero de ellos lo tenía en casa, Ante el dolor de los demás, de Susan Sontag. Hacía un tiempo que me apetecía leer lo que Sontag había escrito sobre la violencia. La portada del libro es ya llamativa, porque reproduce una pintura negra de Goya. En este libro expone con un rigor extraordinario el hecho de que nos estamos familiarizados con las imágenes de la violencia y de la guerra. Sontag nos conduce a través de atroces guerras - llama la atención lo bien documentada que está- e insiste en el peligro que tiene esta, cada vez más frecuente, presencia de la violencia en nuestro día a día, en que nos estamos haciendo insensibles a ella y en que los valores colectivos con la solidaridad, la fraternidad, la empatía,... se están evaporando. Sontag nos increpa para que no permanezcamos como meros observadores de estas atroces situaciones porque se siguen repitiendo cerca y lejos de nosotros.
En 1928 le piden que dé unas charlas sobre la mujer y la escritura. Me gusta mucho como determina que para haya novelistas mujeres, estas tienen que tener una habitación para ellas que les proporcione intimidad e independencia para poder escribir al abrigo de todo lo que suceda a su alrededor igual que lo tienen los hombres. La habitación representa esa libertad. En Tres guineas, Virginia Wolf responde a un señor que le pide que le diga cómo evitaría ella la Segunda Guerra Mundial. Además, de responderle, aprovecha el escrito para poner de manifiesto sus ideas sobre la discriminación de la mujer en cuanto a derechos profesionales y de educación. Ella aboga por buscar el equilibrio y evitar posturas radicales e irracionales.
El tercer libro que leí fue La soldada, Paulina Tuchschneider. Lo compré de casualidad. No conocía a su autora y me llamó la atención el título y la nacionalidad de la escritora, Israel. Este libro cuenta el tiempo que la protagonista pasa en el cuartel haciendo el servicio militar (que en su país es obligatorio para todos/ as los jóvenes) hasta que la licencian, vamos a decir sin honor desde el punto de vista militar. La historia se centra, sobre todo, en cómo lo vive ella. Es una historia interesante, tal vez, demasiado escatológica, cruda e incluso soez en los momentos en los quiere ser realista, explícita para que no quepa duda de la dureza de la situación y, la verdad, es que lo consigue.
El quinto lo elegí por leer algo más ligero para descansar y fue El primer caso de Unamuno de Luis García Jambrina que encontré de casualidad. Me hizo gracia el título y me pareció ingenioso que a Miguel de Unamuno, Jambrina lo presente con dotes de detective, a lo Sherlock Holmes español. Resulta entrañable. Sin embargo, esta aventura detectivesca va a resultar peligrosa para él y su familia. Unamuno, con su talante, va a apoyar a los habitantes de Boada ante lo que él considera un atropello por parte del poder y de los caciques de la zona y va a defender, públicamente y a ultranza, la inocencia de los boadenses encarcelados por unos asesinatos que no cometieron y que, algunos medios presentan el asunto al estilo de Fuente Ovejuna. Pero nadie contaba con la implicación en la defensa del pueblo del ilustre rector a petición del abogado de los inculpados. En el caso Unamuno tendrá ocasión de actuar siguiendo su premisa: "Veritas prius pace" y así lo hará a lo largo de la novela.
Jambrina retrata muy bien el carácter y la personalidad de Unamuno, sus reflexiones filosóficas, sus creaciones literarias - especialmente sus poemas- y ha prometido que escribirá más novelas del mismo género y con el mismo protagonista. A seguir la pista...
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