Cuando volvía,
a eso de las once de la noche, el aeropuerto estaba tan tranquilo que no
parecía él mismo. Por los largos pasillos,
solo había un grupo de señoras de la limpieza; en el bar, el camarero reponía
existencias, las últimas dependientas echaban las persianas abajo, las luces sofocantes
de las tiendas y el bullicio de los pasajeros quedaba para la puerta de llegadas donde, un grupo de japonés dormidos atendía desganado las indicaciones de la señorita
de la agencia de viajes; a algunos no les había dado tiempo a peinarse, pero sí
a colocarse sus mascarillas y arrancar en tropel siguiendo las consignas. Me di
prisa para adelantarlos, si no me hubieran ‘dado las uvas’ y era muy tarde.
Durante el trayecto
hasta casa, pensaba que me encontraría con la felicitación de mi primo José
Luis. Todos los años, me manda una postal de navidad deseando Felices Fiestas y Feliz Año; pero para mi desilusión, no había felicitación alguna en el buzón ni
la suya, ni tan siquiera la de los
rezagados. Pero eso ya me lo imaginaba antes de marchar, porque este año, solo
hemos acudido a la cita de mandarnos una postalita, mi amiga Cristina y yo, que
desde hace un porrón de años, echamos al correo la más hermosa de las felicitaciones.
A mí, desde siempre, me ha gustado esto de comprar las tarjetas Unicef para
desear a mis amigos lo mejor para Fiestas y
Año Nuevo, pero creo que esta costumbre va a pasar a la posteridad, lamentándolo mucho por las ONGs.
Cierto que de este modo, felicito y me
felicitan gente, que si no, probablemente no lo hiciéramos, pero han sido
las felicitaciones más impersonales que nunca he recibido ni mandado, gracias a esto de las redes.
Y así, cuando
abrí el WhatsApp, el día de Navidad, descargaron tropecientos envíos. Un tanto
abrumada, me puse a responder uno a uno con un mensaje de texto, pero empecé a
sentirme mal por tres motivos: uno, porque mis respuestas, aunque sinceras,
parecían pasadas de moda; dos porque ni siquiera, me estaba acordando de poner
un arbolito navideño o un Papa Noël en las respuestas; tres, por no haber buscado nada para
mandar a los amigos apropiado al medio de envío, y ¡mira que me habían enviado bonitos! Entonces
se me ocurrió, al mismo tiempo que seguía abriendo mensajes, mandar uno que me
había gustado mucho; pero memos mal que
no lo reenvié porque, al acabar la tanda de recibidos, había tres animaciones
iguales y cuatro imágenes con la misma horrible sartén. El caso es que en casa,
también iban recibiendo los mismos!
¡Toma mensajes! ¡Toma felicitaciones!, que diría el cuervo
Rockefeller, el personaje de José Luis Moreno.
Para el Año Nuevo, tres cuartos de lo mismo y aquí, sí que ya no me pude
resistir y reenvié uno a bastante gente. No sé si les llegaría repetido o no, pero es que ¡Es tan fácil copiar!
¡Es tan fácil repetir las mismas horteradas! ¡Es tan fácil llenar el WhatsApp con las mismas presentaciones ñoñas e incluso de mal gusto, como antes con el correo, que al final casi nadie abría
por falta de tiempo!
Por favor, ¡que
alguien haga algo para evitarlo! antes de que mañana, los más ocurrentes
repetirán con los Reyes Magos.
Esto de la globalización se nos ha metido en la agenda. Sí que es cierto que gracias a ella,
gracias a las redes sociales confraternizamos con mucha gente porque tenemos un montón de agregados pero, con quienes nos rozamos poco.
A ver si este año, a Los Reyes Magos, además de
llenarnos la casa de paquetes de enormes lazos, no se les olvida Oro para
que seamos gente importante para muchos. Incienso para que seamos irrepetibles, para algunos y por si acaso,
Mirra para que nos ayude a curar heridas y embalsamar ofensas en su delicado
aroma, si es que esos mismos roces nos escuecen.
2 comentarios:
Pero, ¿no recibiste un mensaje muy divertido felicitándote las fiestas, de parte de alguien con el vozarrón del gordo vestido de rojo diciendo "jou jou jou"? ¿y por qué no respondiste? ... snif.
Tienes toda la razón. Además, tanto video por WA me acabó colapsando la memoria del teléfono, tuve que resetearlo... pero conseguí resucitarlo, me siento la nueva Bill Gates del 2014...
Hasta muy pronto! un besazo!
núria
Núria, que sí os contesté, (incluso el mensaje iba acompañado de "una tieta", belle, belle, presque comme moi). Me gustó mucho lo que ponías y ya vi que Olivier, sigue haciendo de las suyas.
Grosses bises.
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