Antes de que las burbujas d’un rosé ou d’un blanc de noir descarguen
en el aire y viajen junto a nuestros mejores deseos para el Nuevo Año; un ligero eco de lo pasado resuena y me parece que, para esta ocasión, la frase que leí en Tierra desacostumbrada hace un tiempo: "Los días se arrastran; los años vuelan”, viene que ni
pintada. Otro año que se va, qué rápido ha pasado y sin embargo, ponerse a recular 365 días, tal vez, sea mucho desandar porque, vistos desde estos momentos, han pasado en un santiamén y casi parece que haya que tomar
aliento, para recordar momentos que podamos archivar en el Recuerdo.
A vista de pájaro, 2013
ha sido un año menos sulfuroso que el 2012 pero, ya en reposo, este
año que se va, ha tenido su miga, sobre todo, por las decisiones. Decisiones que,
a veces, no se sabe si son buenas, malas o todo lo contrario, hasta más adelante.
Y en esas estoy, a la espera de que den su fruto o su disgusto, o que rueden
calle abajo; aunque no de todas, porque algunas, ya van; - y esto siempre es un descanso- ya que esta favorable inercia desata madejas y lleva a otros enrames; enrames, que al principio, parecían que iban un poco al
tuntún; y que sin embargo, siempre han
ido con ton y son.
Mis mejores deseos para el
Año Nuevo.
2014, otro año que
marcará hitos.
2 comentarios:
Respecto a las decisiones, muchas todavía por tomar y a veces me escondo en mis libros y pasan los días (y los años...)... justo llevo unos días pensando en eso, supongo que el cambio de año siempre comporta estas reflexiones...
Bises ^^
Todos los días son una sucesión de decisiones sin solución de continuidad. Bises.
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