Las dos partes del Quijote se publicaron, respectivamente, en 1605 y 1615, y Las meninas se pintó en 1656. Ambas son obras que se inscriben en el llamado Siglo de Oro español, y constituyen puntos de referencia de la historia de la literatura y la pintura occidentales. Además del marco cronológico y geográfico en el que fueron realizadas, tienen en común varias cosas. Entre ellas, su marcado carácter autorreflexivo, pues tanto Cervantes como Velázquez las aprovecharon para abordar temas como las leyes, los límites o los métodos de sus respectivas disciplinas.
El Quijote es una “novela sobre la novela”, que en su segunda parte contiene muchas referencias a la primera, y en la que desde casi el principio su autor utiliza la ficción de que la obra fue creada por Cide Hamete Benegeli, para tomar distancia de ella y tratarla como si fuera ajena.
Por su parte, las Meninas es una “pintura sobre la pintura”, en la que vemos al autor representándose en plena acción, y que, entre otras cosas, contiene una importante reflexión sobre los principios de la pintura, los honores que merece este arte, sus servidumbres o las leyes de la representación.
Tanto la novela como el cuadro no son obras aisladas, sino que constituyen ejemplos señeros de una arraigada tendencia autorreflexiva en la cultura española de la época, que dio lugar, entre otras cosas, a importantes obras de teatro de Lope de Vega o de Calderón, o a notables obras de arte, algunas de las cuales encontrará el visitante en esta exposición.
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