Hoy he pensado en este cuadro y he establecido, sin querer, una correlación : a veces pasa esto mismo en la vida, que el cuerpo se enemista con el propio cuerpo y se entabla una lucha de titanes: la vida lucha para la vida, la vida lucha para ganar vida porque, en esta lucha, el premio es vida, es más vida.
Los psicoanalistas dicen que este cuadro representa una alegoría sobre la melancolía por el paso del tiempo. Yo que lo veo cruel y sanguinario, feroz, una fuerza incontrolada que mana de muy adentro, la bestia; me cuesta un poco concretar esa metáfora.
Goya pintó este cuadro a orillas del Manzanares, en su Quinta del sordo; es parte de sus Pinturas Negras, seres deformes, primarios, de una rudeza inigualable. Se me congela el alma ante la realidad y brutalidad de estos hombres en blanco y negro. Y, al lado de estos hombres, un dios en color, que no se retrae ante el rojo de la sangre: Crono, Saturno, consumando el parricidio por no haber sido capaz de dominar sus miedos. Goya lo sabía y dejó que quedara resaltado para siempre en las paredes de su casa.
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