A Mª del Carmen Rodríguez Guerra, in menoriam.
Hasta este año, un día como hoy, felicitaba a dos personas especiales para mí, pero, a principios de este año, el corazón de mi prima se paró. A pesar de las horas, los días y los meses que han pasado, sigo echando de menos, Mari Carmen, tus llamadas de los domingos a mediodía, nuestras charlas anodinas o no tanto, tus "¿qué tal? "... Nunca llegué a pensar que, tú, mi prima, no pudieras estar; siempre estabas, siempre llamabas, siempre.
Desde ese aciago día de enero, no hay domingo que, hacia las tres, no recuerde que sonaba el teléfono fijo y, detrás, tu voz tan particular. Ahora, el silencio reina las sobremesas dominicales y "pienso en ti como ahora pienso".
Las ausencias duelen y la tuya me está costando suavizar, lo mismo que les ha pasado a los geranios de tu terraza, los geranios, como los de Barcial, que ya saben que no estás.
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