No creo que sea eso, o tal vez sí. La primavera no se lleva del todo bien conmigo, especialmente el mes de mayo. Desde hace unos años, algo sucede en mayo que va mal, sale mal y me desazona.
Algunas veces es fortuito, otras el sino que estorba, la última ha sido ocuparme de demasiadas cosas a la vez que, aunque a mí me parecía que era como siempre, por lo visto, no ha sido ni parecido y el cuerpo tiene su punto: o lo escuchas y paras o se rebela y cuando se molesta, sólo queda asumir el cataplaf.
Tampoco hay que olvidarse del manojo de sentimientos y sensaciones que entran en la refriega y que acaban poniendo su granito de arena en la 'desliza'. Y así, a veces, ni aunque pares vale, porque ya se ha pasado el arroz y el almidón forma esa viscosa capa blanquecina que resbala.
El coscorrón se oye hasta en Fernando Poo – mi padre siempre hablaba de esta isla cuando se refería a algún sitio muy lejano. Ahora se llama Bioko, es Guinea Ecuatorial-.
El coscorrón se oye hasta en Fernando Poo – mi padre siempre hablaba de esta isla cuando se refería a algún sitio muy lejano. Ahora se llama Bioko, es Guinea Ecuatorial-.
Que se oiga o no en Fernando Poo o en la Chimbamba, sólo queda poner hielo y a templar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario