aquellos, en los días
del amor y del deseo,
siento melancolía.
Ni tú ni yo sabíamos
urgencia de encontrarnos,
sin respirar la dicha
de estar juntos. Ardía
una llama en nosotros
que eterna parecía.
Pero ha pasado el tiempo
por tu vida y por la mía.
Y en esto se ha resuelto
al fin la maravilla:
ya no te necesito,
ni tú me necesitas.
Qué terrible es que nada
dure, que en la semilla
de cuanto llega ser
la muerte esté escondida.
El fuego más hermoso
concluye en la ceniza,
La luz se vuelve sombra,
Y la verdad, ¿mentira?
Eloy Sánchez Rosillo, La vida.
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