Es invierno en los Alpes suizos. Una capa de abundante nieve recubre todo el paisaje. Hace frío intenso. En estas montañas se encuentra un monasterio de monjes católicos que han decidido abrir su casa a un grupo de refugiados entre ellos a Fortuna, una niña etíope de 14 años, que está sola. Allí conoce a Kabir, un joven africano del que se enamora. A partir de ese momento, su vida cambia. Se le van a proponer muchas cosas, pero ella se va a negar a aceptarlas, entre ellas a ir a vivir con la familia de acogida que le han buscado los servicios sociales. Ella solo quiere estar con Kabir. Los acontecimientos se precipitan, la policía viene a revisar los permisos de los extranjeros que viven en el monasterio. Esta situación hace que, de nuevo, la realidad de Fortuna cambie y surge de nuevo el dilema de cuál es lo mejor para las personas que intentamos ayudar. El monje superior de la comunidad lo tiene claro: el respeto a la voluntad de las personas es la mejor de las soluciones para cada cual aunque nosotros no lo entendamos ni comportamos porque, en realidad, que lo único que se nos pide si es que queremos, de verdad, ayudar, es asistir en el día día y/ o en la adversidad. Eso es la verdadera generosidad y la mejor ayuda.
Fui a ver esta película sin saber a penas el argumento, no sabía bien bien lo que me iba a encontrar, sospechaba que a lo mejor iba a ser violenta, pero no es así, si bien plantea una realidad tremenda para las niñas que se quedan solas al llegar a Europa. De todos modos, Fortuna tiene suerte porque está de refugiada en Suiza y porque los monjes acaban estando de acuerdo con la manera de obrar del Superior de la comunidad que vence las reticencias de los demás monjes.
Dirección: Germinal Roaux.
Reparto: Kidist Siyum, Bruno Ganz, Stéphane Bissot.
País: Suiza. 2018.
Duración: 106 min.
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