"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









jueves, 30 de agosto de 2012

MATINÉES PARFUMÉES

En vacaciones, no necesito despertador. En cuanto los primeros rayos del sol se desperezan viene, a mi ventana, una familia de golondrinas que tienen un nido debajo de la cornisa. Sus vuelos entrecortados y su piar enardecido hieren mi sueño estival y hace que no me vuelva a dormir más. Al poco tiempo, la cocina recupera ya vida; el ruido del exprimidor despierta mis sentidos: marchando un zumo de naranja y pomelo. La converación apacible casi silenciosa, por momentos, se dilata entre sorbo y sorbo de leche a penas fría.
Repuestas ya las fuerzas, las zapatillas de deporte reclaman mis pies aún un poco entumecidos para llegarme hasta el Canal  donde es habitual encontrarme con los paseantes matinales que ya vienen de vuelta y que los conozca o no, siempre  saludan y  dan los buenos días.
Es difícil substraerse a esta naturaleza acogedora y fresca que  invita a la caminata. El recorrido es tan fácil de seguir que los pies se van solos y casi sin darme cuenta ya est oy en el Puente Villalón, al que paso por debajo con la mirada siempre al frente y así no desperdiciar ni un momento de esta simbiosis entre agua, hojas, troncos, luz, sombras..., para  continuar después bajo los chopos centenarios oliendo a alfalfa recién segada, a paja humedecida por el las gotas de rocío que calaron en los maraños, a aromas de anisete y lavanda. La nutria que se cruza hacia el agua, me avisa, con su mirada avispada, de que  la toma del canal de riego está próxima.
Pasada esta explanada, la naturaleza se vuelve más salvaje e irregular, y si en algunos tramos, los flexibles juncos se alargan y  las ramas de los chopos de ambas orillas se tocan  haciendo casi impenetrable la luz del sol. En otros, sorprenden los luminosos claros que  descubren campos de girasoles que alineados, miran hacia el este con su intenso tono amarillento el cual contrasta con el amarillo pajizo de los reposados campos de cereal o con el intenso verde del maizal.
Más a lo lejos, las cigüeñas han encontrado su  particular humedal en una tierra de regadío y  se aprestan a tomar el desayuno cabizbajas, no sea que se pierda bocado.
En el horizonte, la tierra se eleva en suaves lomas y entre medias, el campanario de Villanueva de San Mancio, me recuerda que a esta hora, el sol comienza a apretar y que ya es tiempo de regresar.

lunes, 27 de agosto de 2012

EN EL PARQUE...


Parque Duque de Osuna - Medina de Rioseco

De paseo por El Parque entrada  ya la tarde de verano.
Sentadas en un banco bajo los árboles,  tres mujeres mayores.
Una señora y una chica joven que la acompañaba se paran a saludar a una de las tres señora:

_ ¿Qué tal estáaas? Hace mucho que no te veo. ¿Cómo te han quedado de la cadera?

- Bien, muy bien, de maravilla, puedo andar sola sin andador ni muleta ni nada.

- Me alegro mucho - responde la madre.

- Sí, pero sino fuera porque no puedo con las piernas… Yo ya noto que una está de más aquí.

- ¡Ay! mujer no diga eso- le dice la chica joven- Pero ¿ cuántos años tiene, usted? Desde que yo la recuerdo tiene usted el mismo aspecto: casi no tiene arrugas y tiene usted el mismo pelo con las ondas de siempre.

- 90 años- le responde con un cierto tono de coquetería-, pero, ya nada es lo mismo, que siento que mi marido me llama con él.

- ¿Su marido ha fallecido recientemente? - le pregunta la chica.

- Bueno, hace 28 años, pero yo siento que él me llama.

- ¡Ah! ¿ y desde hace 28 años que la está llamando y usted ni caso? – Le contesta la chica joven, en un cariñoso tono de jocosa ironía.

- ¿¡Eh!? Yo siento que él me llama y que ya estoy de más aquí.

- Bueno, pues me alegro de verte – intercedió la madre, que suavemente había cogido de la mano a su hija para continuar su paseo.

La madre algo le decía a su hija cuando se alejaban. La chica respondía con una sonrisa.

Un poco más adelante, llega el jaleo de la emoción de los niños que juegan en los columpios. 

EDUARDO MENDOZA


El título, El asombroso viaje de Pomponio Flato, puede hacernos pensar que da muchas pistas sobre en el tipo de novela que nos vamos a encontrar y sin embargo, una vez metidos en materia, vemos que esta es una novela que no se puede ceñir a un solo género.
Así, si por el título, El asombroso viaje, creemos que estamos ante una novela de aventuras; ya en la primera página, el protagonista nos  anuncia cuáles son los verdaderos motivos por los que emprende sus viajes hasta los confines del Imperio e incluso allende sus fronteras: la búsqueda de un arroyo cuyas aguas proporcionan certeza y sabiduría. Si tenemos en cuenta esta afirmación, nos vemos obligados a cambiar de parecer y  a pensar que esta novela es más bien una novela que narra un viaje iniciativo de un patricio romano, por lo de Pomponio; aunque, a media que van pasando las páginas, nos damos cuenta de que Mendoza lo convierte en un ironizado viaje vital al pasarlo continuamente por el bajo: las aguas que  Pomponio va encontrando le producen unas diarreas descomunales y le dan cierta fama: cuando llega a un pueblecito de Galilea, Nazaret, todos le reconocen como el romano que se tira pedos.
De igual modo, vemos que es también una novela histórica porque la acción está situada en el siglo I de nuestra era en Palestina y  porque a los protagonistas los conocemos  de otras lecturas más piadosas. Sin embargo,  aquí Mendoza se las arregla para situarlos en corrientes situaciones mundanas y humanas, lo que les da hasta un aire jocoso, pero para nada irreverente, que encaja sin chirriar con el tono que  impregna  toda la narración.
A su vez, es también una novela policíaca, hay un asesinato que resolver y restablecer la inocencia de un Santo, por lo que Pomponio, que se va a ver metido  de forma inesperada en el papel de detective, tendrá que poner en marcha todo su ingenio porque además, el tiempo apremia.

En esta novela, Mendoza controla con habilidad el tempo narrativo ya que cada vez que la historia llega a un momento álgido, echa mano de su fina ironía, pasa los acontecimientos por el bajo, para que la tensión narrativa decrezca y nos mantengamos intrigados hasta el final del relato. Esta técnica, salvando las distancias, recuerda a Rabelais y lo del papiro encontrado al Quijote.

La encasillemos en el género que la encasillemos lo es cierto es que El asombroso viaje de Pomponio Flato es una novela fundamentalmente divertida con la que se  llega a pasar un  muy buen rato.

El asombroso viaje de Pomponio Flato.
Eduardo Mendoza.
Seix Barral 2008.
192 páginas.

miércoles, 22 de agosto de 2012

UN COUCHER DU SOLEIL


 Monet: Impression soleil levant.
Cada vez que veía este cuadro de Monet,  pensaba que este sol no era de estas latitudes, que era de otras o que, tal vez, Monet lo había pintado como le había apetecido. Pero la otra tarde, viniendo de Valladolid para Medina, a medida que avanzábamos por la carretera, el sol se convirtió, como en el cuadro,  en una enorme esfera enrojecida que exhalaba sus últimos rayos al firmamento para que éste  se prendiera de  una gama de colores propia de la paleta  de los  más geniales  pintores. Este sol  sereno, sosegado, tranquilo, que llenaba el horizonte, permitía que lo miráramos de frente sin dañar las miradas. En  un silencio ensimismado,  íbamos recorriendo el páramo deseando, que por una vez, Coruñeses  no llegara para no perdernos ni el más rezagado de los resplandores. Y, como si  atendiera a nuestros deseos, el espectáculo nos acompañó hasta la primera curva, justo antes de empezar la bajada que ya sombría  convirtió el paisaje en anodino; hasta que de nuevo,  al desembocar  en la recta, oteamos  la torre de  Santa María envuelta en las  últimas luces de este inusitado ocaso. Inolvidable.


sábado, 18 de agosto de 2012

MARIO BENEDETTI - TÁCTICA Y ESTRATEGIA

À Laura et à Rubén Leonardo, le jour de leur mariage.


TÁCTICA Y ESTRATEGIA

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Mario Benedetti. Poemas de otros. (1973-1974)





martes, 7 de agosto de 2012

EDWARD HOPPER


El Museo Thyssen sorprende, este verano, con una exposición única en Europa sobre uno de los pintores estadounidenses que mejor reflejan la realidad y su compleja fisonomía: Edward Hopper (Nyack, 1882-Nueva York, 1967).
Los críticos definen a Hopper como el pintor de la luz. Sus cuadros recogen una luminosidad que engloba  las estampas que se reproducen en ellos y que irradia cada uno de los elementos que las componen.
Dicen igualmente que es el pintor de la vida cotidiana de los Estados Unidos de la primera mitad del siglo XX. En sus cuadros se recrean elementos familiares, corrientes y usuales de la época: el mar; casas particulares aisladas donde hay un elemento vertical -mástil, árbol, puente- delante de la imagen que la corta de arriba a bajo; líneas férreas que hacen salir del cuadro los puntos de fuga; gasolineras de carretera; grises edificios de la gran ciudad donde la presencia de alguna persona es casi una anécdota; personajes que llevan a cabo sus quehaceres habituales enmarcados dentro de una habitación, personajes-tipo de locales públicos, etc, etc, y tal vez sea por todos estos aspectos  o no, por los que la relación de Hopper con el cine de aquella época fue tan cercana y tengamos, a veces, la sensación de tener delante  fotogramas de alguna película de la época dorada de Hollywood .

Afirman también que es el pintor de la soledad. Hopper representa como nadie el ensimismamiento en el que se recogen las personas que están solas y esta actitud de melancólica tristeza hace que nos preguntemos por el motivo de tanta abstracción. Generalmente esta soledad la experimentan en una habitación, sin o con ventana por la que  entran los rayos del sol que dan luz a la estancia, y  acompañados de sus objetos personales.

Esta excepcional muestra sobre la obra de este singular, moderno  y aparentemente accesible pintor norteamericano se hace corta, a pesar de que se exponen más de 70 cuadros entre lienzos, grabados y acuarelas.
Esta exposición podrá visitarse en otoño en París.


Edward Hopper.
Museo Thyssen - Bornemisza.
Del 12 de junio al 16 de septiembre de 2012.
http://www.museothyssen.org/microsites/exposiciones/2012/hopper/



Edward Hopper.
Grand Palais, Galeries Nationales.(París)
10 octobre 2012 – 28 janvier 2013.

http://www.rmn.fr/francais/les-musees-et-leurs-expositions/grand-palais-galeries-nationales-9/expositions/edward-hopper

viernes, 3 de agosto de 2012

CUANDO VENUS BRILLA

Las macilentas luces de las farolas de la ciudad comienzan suavemente a incorporarse a los delicados azules y rojizos del ocaso. Una ligera brisa agita las copas de los árboles. Las hojas, que la reciben reconfortadas después de haber soportado los rigurosos calores de la jornada, traspasan unas a otras este alivio como si de una dulce melodía se tratara. Las gentes también agradecen este liviano refresco y salen a las calles a pasear, a los parques y jardines; o a las terrazas de los bares  que se inundan de conversaciones ligeras,  de risas espontáneas, de confidencias memorables.
Los que llegan ya cansados prefieren aliviarse en casa: levantan las persianas que hasta entonces habían protegido la casa del recio calor y dejan  mecer los visillos mientras las estancias se refrescan, hastiados de la presunción del aire acondicionado del despacho.
Las habituales conversaciones familiares  se sienten al lado sin querer, las llamadas de final de la jornada se vuelven igualmente indiscretas, los programas de las teles resuenan en las aceras.
Venus ya centellea en el  lejano firmamento...
 ...Y poco a poco, la plateada luz de la luna que se filtra por los abiertos ventanales, apaga las lamparitas y  proyecta envolventes y sutiles sombras en las alcobas de las que se escapan gemidos de amor, gemidos de goce, gemidos de retoce que destilan  las tórridas noches de verano.


Y cuando Venus brilla,
dulce, imperial amor de la divina tarde,
creo que en la onda suena
o son de lira, o canto de sirena.
Y en mi alma otro lucero como el de Venus arde.

Rubén Darío.