"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









viernes, 21 de septiembre de 2012

PLAYERAS Y "MANOLOS": SUEÑOS DE MUJER

Aux femmes qui rêvent.

Me acordé de ella cuando me senté en el banco, saqué las sandalias de la cesta de rafia y empecé a desatarme los cordones de las zapatillas de deporte que traía puestas. Y no sé por qué asociación de ideas, me acordé de Tess y después también de Carrie; tal vez, porque por aquí los edificios son también bastante altos y de muchos despachos.
Aunque parezca casi imposible, en las ciudades quedan todavía espacios al abrigo del tráfico y del ruido en algunos barrios que han conseguido variar muy poco su aspecto de siempre. Hace unos meses, de forma casual, descubrí uno que me gusta particularmente y, aunque tiene el inconveniente de que está al otro lado de donde vivo, procuro ir en cuanto tengo un rato a este patio enrejado de un palacete decimonónico con mirador, estanque, palmeras y sombrillas, de ambiente familiar y distendido; a tomar algo y a leer al aire libre. Como las tardes son todavía largas, el otro día fui dándome un paseo. Cuando estaba en casa pensé que era mejor ponerme las playeras porque por lo menos habría una hora de caminata. Lo que ocurre es que antes de llegar hay que atravesar uno de los quartiers d’affaires de la ciudad y allí las mujeres llevan tailleurs et talons y los hombres costumes et cravates, y como de vez en cuando me asaltan estos repiques de coquetería, decidí meter las sandalias en la bolsa para ponérmelas antes de llegar.

 Y así, poco antes de empezar a cruzarme con hommes et femmes d’affaires, me senté en un banco de la avenida y me cambié de calzado; lo mismo que hacía todas las mañanas al desembarcar del ferry que la llevaba a su despacho en Manhattan, Tess. Y mientras me quitaba las zapatillas y me ponía las sandalias, me acordaba de Armas de mujer, de Melanie Griffith, de sus playeras y de sus zapatos de tacón que contaban de dónde venía y adónde quería llegar; de dónde estaba y adónde quería estar, que simbolizaban las dos realidades en las que vivía y  la encaminaban hacia la conquista de sus sueños.

Igualmente me acordé de Sexo en Nueva York, de Carrie y de sus Manolos símbolos ya de triunfo, de éxito completo y que tan bien emulan determinadas treintañeras que han hecho de la película  parte de sus vidas  al salpicarlas con esas mismas tildes glamurosas.

Y debe ser que, como los Manolos han estado siempre fuera de mi órbita de mis  posibles sueños y que como ya he pasado de los treinta, me acuerde antes de  Melanie Griffith y su calzado, de Harrison Ford y sus camisas blancas o de Sigourney Weaver y su escayola, que de Carrie; y que tenga la certeza, al seguir la estela de ambas protagonistas, de que algunos asuntos se siguen resolviendo en torno a los zapatos, como en el cuento de Cenicienta.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bueno Covadonga!
y es que además llevo unos días en que pienso en llevarme las bambas (tus playeras) para, al salir del trabajo, cambiarme los zapatos y venir paseando... y justo pensé también en Melanie y en Armas de Mujer, y por ahora no me he decidido... ¿será por qué yo todavía no tengo a mi Harrison Ford? jajaja
los Manolos, ni regalados! no van conmigo!
gracias! hasta pronto, núria