XLI
    LO FATAL
A René Pérez
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, 
y más la piedra dura porque esa ya no siente, 
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, 
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, 
y el temor de haber sido y un futuro terror... 
Y el espanto seguro de estar mañana muerto, 
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos, 
y la carne que tienta con sus frescos racimos, 
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas
(1905)

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