"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









martes, 21 de octubre de 2025

Tarde de otoño

El otro día llovió y, llovió bastante y, sin embargo, no vi llover por la ventana. Por la mañana, bajé las persianas y, al llegar por la tarde, no las levanté, oía llover, pero estuve entretenida y no vi llover ahora que, a estas horas, la lluvia se está secando y todavía es de día. Ya pronto, de día no será, se acerca el cambio de hora. Este día es un día que, -y creo que a mucha gente también- nos resulta antipático, preferiríamos que la luz descendiera de manera natural, nos gustaría seguir  acompasados con los biorritmos de la naturaleza más cadenciados y que el paso al otoño fuera más suave porque el otoño es raso, el otoño huele suave.

Todavía hace buen tiempo, con una chaqueta, los ratos de más fresco, nos vale.

Todavía las hojas del chopo del patio de vecinos siguen verdes y se mueven y se oyen con suavidad, pese a que ya tiene, en la copa, algunas más rígidas de un amarillo intenso.

Todavía no parece otoño, pero ya es otoño, se nota en la gente, estamos más serenos. Esta nueva estación nos ha dejado sin envoltura todo lo que el bronceado del verano nos había puesto con buen lustre, como si el brillo se hiciera mate y  el cristal, traslúcido.

Todavía hace buen tiempo, el otoño sigue apretado allí; en las lindes del horizonte; allí donde el cielo se junta con el suelo; allí donde retrocede la luz pero no el tiempo; allí donde se cambia para seguir, para acercarnos a la intensidad aminorada, ocre, castaña, anaranjada..., de los colmos días de noviembre.


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