"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









domingo, 14 de julio de 2013

FADO

Allá por aquellos años en los que estudiaba en Bruselas, compartí piso con Pilar, una vasca pelirroja a la que le encantaba Amalia Rodrigues. Fue la primera vez que oía fados. El hondo sentimiento melancólico que desprendían las letras de aquellas canciones que se esparcían por toda la casa, se  hicieron hueco en mis gustos musicales. No entendía  todo lo que decían pero no importaba, porque tampoco entendía las letras de las canciones de Dire Straits y también me gustaban. Este fue mi primer contacto con los fados, con esta música de los destinos, porque fado significa destino.

Al cabo de unos meses, fui a Nantes, a casa de mi amiga Vanessa, y cuál fue mi sorpresa, al ver que su padre era un amante delirante de los fados y tenía una amplia discografía de los más afamados cantantes. Monsieur B. se puso muy contento cuando me fijé en sus discos y se prodigó en múltiples comentarios.
Luego, algunos años más tarde, fui el norte, a Béthune a vivir un año. Allí nos juntamos un montón de extranjeros de varias nacionalidades. Después de unos meses desembarcaron unos cuantos lisboetas muy, pero que muy simpáticos de los que aprendí algunas palabras en portugués y ellos, algunas en francés, porque español, español ellos siempre hablan más que nosotros portugués. También aprendí el gusto por la buena comida china, -entre ellos había una chica portuguesa de origen chino-, por el bacalao  y sus mil y una manera de prepararlo, por Lisboa y por los fados más modernos, menos melancólicos y quizás más universales. Luego llegó la poesía de Pessoa.
Ahora no tengo en casa ningún CD  de fados, ni poemas de Pessoa, ni toallas de Sandra Marques,  ni una botella de Porto y sin embargo, Portugal se ha ido intercalando poco a poco con otras vivencias y manteniéndose fresco en mi vida cotidiana durante varios años gracias a una portuguesa que he tenido cerca y que ahora,  por circunstancias de su vida, se va; se va en busca de su destino, en busca de su fado.



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