"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









martes, 9 de octubre de 2012

DESOLLONES

À MAR, et à ses leçons de cromatisme.


La vida es un continuo refregón. Refregones en la calle, en el trabajo, con los amigos, con la familia. En muchas ocasiones ni nos damos cuenta de que, refregón tras refregón, se va perdiendo lustre y que cuando se va rozando en la misma zona, el refregón se convierte en un feo desollón. Y, aunque los desollones no producen, en general, lesiones que lleguen a ser estructurales, son muy llamativos estéticamente.

Llega un día en el que ya cansados de que al roce, la lesión se vaya haciendo cada vez mayor, nos ponemos manos a la obra: pintura de encalar, caldereta, brocha y le damos al deslucido descorchado. Esperamos a que se seque para ver los resultados de tan espectacular hazaña. -¡Vale! No está mal, está mucho mejor que antes- afirmamos satisfechos.

Van pasando los días, las semanas, los meses y lo que habíamos considerado una proeza, ahora se nos antoja insuficiente. Como por una extraña fuerza, la vista no se aparta del sitio del retoque, vemos con cierto grado de frustración  que solo habíamos puesto un parche, pero nada más.

Comenzamos a darle vueltas a una idea, hasta que decidimos que ya no puede ser, que ya está bien de mandingas que se ve mucho y que tenemos que llamar a un profesional para que subsane, no sólo ese, sino todos los desperfectos de las paredes, desde los más leves rasguños a los más dolorosos zarpazos; admitimos que para nosotros, la superficie a tratar es ya demasiado grande.

Llega Juanito, -tal vez tendríamos que llamarle Juanón, por la envergadura-. Dos brochazos en una de las paredes:

– Éste o éste otro.
- El más claro; quiero darle luz a la casa.
- Pero si ya tienes bastante luz. El más oscuro iría perfecto.
- No, no. Prefiero el más claro.
- Bueno, vale, pero tampoco hay tanta diferencia entre los dos. ¿Y dices que quieres toda la casa del mismo color?
- Sí, sí, toda de igual color.

No sé lo que pensaría Pepe ahora si me oyera. Hace unos años, me convenció, con su trabajo fino y su amor por su oficio de pintor a ratos libres, de que éramos jóvenes y de que podíamos permitirnos poner las habitaciones cada una de un color. Yo, la verdad, no le puse mucha resistencia a su convicción, ni a su persuasión sin vehemencia. Además, es que tenía un no sé qué con las mezclas que, los colores finales eran únicos.

Sin embargo, ahora no solo quiero quitar los desollones sino que quiero luz y armonía, continuidad en las instancias; no quiero rupturas ni quebrantos cromáticos, y sí ir dejando debajo de la nueva capa de pintura mellas e imperfecciones, deterioros y menoscabos.


viernes, 5 de octubre de 2012

MICHELA MURGIA- Accabadora- La acabadora

Cerdeña está de actualidad literaria porque está dando interesantes novelistas femeninas. Novelistas que cuentan historias sencillas pero intensas; emotivas y vitales, historias cuyos protagonistas son gentes de la isla, gentes corrientes, o tal vez no tanto; en definitiva historias que llegan.
Concretamente me refiero a Milena Agus que ya lleva unos años cosechando grandes éxitos y más recientemente a Michela Murgia que, con su primera novela La acabadora, ha permanecido durante semanas en los primeros puestos de los libros más vendidos tanto dentro como fuera de Italia. Este éxito es  bastante sorprendente ya que su novela ni tiene el formato de best-seller y ni ha contado con alharacas publicitarias, al menos hasta que ganó el Premio Campiello, el premio literario de mayor prestigio de Italia.

Todavía no conozco a nadie al que no le haya gustado La acabadora; el boca a boca es lo que ha hecho famosa  a su autora y a sus protagonistas,   es por esto por lo que voy a dar solo unas breves pincelas sobre el argumento de la novela, no quisiera descubrir mucho de esta preciosa historia que trascurre en Soreni, un pequeño pueblo de la costa de Cerdeña. Allí vive Bonaria Urrai viuda y sin hijos que un día, decide adoptar a María Listru de seis años, hija de una viuda pobre; de esta manera María pasa a ser entonces "hija del alma" de Bonaria, según la tradición. A medida que va pasando el tiempo, la niña se va sintiendo querida y cada vez más a gusto en su nueva casa y con su nueva madre quien, con suma delicadeza, va  tejiendo estrechos vínculos afectivos con María.

Bonaria lleva una vida apacible y discreta como modista del pueblo, pero poco a poco la niña se da cuenta de que en la vida de su madre adoptiva hay algo misterioso: algunas noches cuando alguien del pueblo la viene a buscar a casa, sale y no le dice nada. Así, a través de los ojos y las cavilaciones de María vamos a ir descubriendo el personaje de la “tía Bonaria” que va adquiriendo mayor relieve al entrar en relación con las gentes del pueblo que solicitan su ayuda y sobre todo, a medida que Maria va creciendo y va encontrando respuestas a sus preguntas, respuestas que por otra parte, los habitantes del pueblo  ya conocían y que a ella le va a costar un tiempo asimilar.

La acabadora, novela emocionante y conmovedora, novela para no perderse.


La acabadora./Accabadora.
Michela Murgia.
Ediciones Salamandra.2011
192 páginas.

http://www.salamandra.info/fitxa.php?titol=712


http://www.lavanguardia.com/lacontra/20111219/54242219924/michela-murgia-en-los-pueblos-sardos-habia-una-madre-en-cada-esquina.html

sábado, 29 de septiembre de 2012

MELODÍA DE UN DÍA DE LLUVIA

Todo lo que vive no vive solo, no para sí mismo. William Blake.


Tal vez sea hoy cuando la nueva estación haya decido mostrarse. No hay apenas luz, parece más pronto de lo que en realidad es. Los tonos matinales se hacen  extraños: está muy nublado. Las nubes se van cerrando si cabe aún un poco más. No se tarda en oír el repique de las gotas en los cristales. El otoño se presenta  esta mañana con lluvias generosas. Ya no hay prisa para nada, el ritmo lo marca el sonido del crecido pero sosegado aguacero. El trajín de sábado por la mañana se aplaca. La casa se ha despertado lacia.  La flor del Lis del jarrón está mustia, aunque todavía conserva su color.
El sonido de la lluvia me reclama los sutiles acordes de la música de G. Fauré que me traen a la memoria el “concierto d’amis” de Miguel Ángel Estrella, pianista excepcional  y embajador argentino ante la UNESCO que no cesa en su afán de acercar la música clásica a las clases sociales más desfavorecidas. De aquella tarde, recuerdo la delicadeza de las piezas elegidas y la afabilidad del intérprete que, desde el cercano escenario, preguntaba a los espectadores conocidos por amigos comunes y  también que, después de cada pieza, contaba una anécdota que tenía que ver con algún concierto que había dado en algún pueblecito perdido de la Pampa, del Llano o de la Montaña. Se recreaba en los detalles como lo hacen las personas que saben que es ahí, en los sencillos detalles donde la vida y el hombre se manifiestan, donde los hombres y sus vidas nos sorprenden y se hacen perdurables.
Durante los afanes de esta parda mañana de inicio de otoño, la música de ensueño, de rebeldía, de amor y muerte… de paz de Fauré se ha reuniendo con la perseverante lluvia.

viernes, 21 de septiembre de 2012

PLAYERAS Y "MANOLOS": SUEÑOS DE MUJER

Aux femmes qui rêvent.

Me acordé de ella cuando me senté en el banco, saqué las sandalias de la cesta de rafia y empecé a desatarme los cordones de las zapatillas de deporte que traía puestas. Y no sé por qué asociación de ideas, me acordé de Tess y después también de Carrie; tal vez, porque por aquí los edificios son también bastante altos y de muchos despachos.
Aunque parezca casi imposible, en las ciudades quedan todavía espacios al abrigo del tráfico y del ruido en algunos barrios que han conseguido variar muy poco su aspecto de siempre. Hace unos meses, de forma casual, descubrí uno que me gusta particularmente y, aunque tiene el inconveniente de que está al otro lado de donde vivo, procuro ir en cuanto tengo un rato a este patio enrejado de un palacete decimonónico con mirador, estanque, palmeras y sombrillas, de ambiente familiar y distendido; a tomar algo y a leer al aire libre. Como las tardes son todavía largas, el otro día fui dándome un paseo. Cuando estaba en casa pensé que era mejor ponerme las playeras porque por lo menos habría una hora de caminata. Lo que ocurre es que antes de llegar hay que atravesar uno de los quartiers d’affaires de la ciudad y allí las mujeres llevan tailleurs et talons y los hombres costumes et cravates, y como de vez en cuando me asaltan estos repiques de coquetería, decidí meter las sandalias en la bolsa para ponérmelas antes de llegar.

 Y así, poco antes de empezar a cruzarme con hommes et femmes d’affaires, me senté en un banco de la avenida y me cambié de calzado; lo mismo que hacía todas las mañanas al desembarcar del ferry que la llevaba a su despacho en Manhattan, Tess. Y mientras me quitaba las zapatillas y me ponía las sandalias, me acordaba de Armas de mujer, de Melanie Griffith, de sus playeras y de sus zapatos de tacón que contaban de dónde venía y adónde quería llegar; de dónde estaba y adónde quería estar, que simbolizaban las dos realidades en las que vivía y  la encaminaban hacia la conquista de sus sueños.

Igualmente me acordé de Sexo en Nueva York, de Carrie y de sus Manolos símbolos ya de triunfo, de éxito completo y que tan bien emulan determinadas treintañeras que han hecho de la película  parte de sus vidas  al salpicarlas con esas mismas tildes glamurosas.

Y debe ser que, como los Manolos han estado siempre fuera de mi órbita de mis  posibles sueños y que como ya he pasado de los treinta, me acuerde antes de  Melanie Griffith y su calzado, de Harrison Ford y sus camisas blancas o de Sigourney Weaver y su escayola, que de Carrie; y que tenga la certeza, al seguir la estela de ambas protagonistas, de que algunos asuntos se siguen resolviendo en torno a los zapatos, como en el cuento de Cenicienta.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

JUAN GABRIEL VÁSQUEZ

XIV Premio Alfaguara de Novela 2011.

Y ardían desplomándose los muros de mi sueño,
¡tal como se desploma gritando una ciudad!
AURELIO ARTURO, Ciudad de sueño.

A Juan Gabriel Vásquez lo conocí este invierno; ya había terminado la gira de promoción de su libro  por América y tuvo la amabilidad de venir a hablar de él  al taller de lectura en el que participé. Durante las dos horas que estuvo con nostros, tuve la impresión de que era un tipo sencillo, con las justas presunciones y que hablaba y hablaba con nosotros con naturalidad, como si nos conociera desde hace un tiempo. Nos contó anécdotas, alguno de sus trucos para escribir y  habló de sus autores preferidos. Este hecho condicionó mi lectura porque mientras leía su novela, El ruido de las cosas al caer, al narrador, Antonio Yammara, le di el mismo aspecto y la misma voz que el autor.
En cuanto al libro propiamente dicho, cabría decir que, El ruido de las cosas al caer relata una historia intersante y  que es ésta una novela ambiciosa y compleja en cuanto a su composición argumental:  en ella se mezclan varios personajes, varias historias, varios tiempos narrativos, varios narradores con certera habilidad de tal modo que el lector, a veces, no se da ni cuenta.

La historia nos sitúa en la Colombia de justo antes del desarrollo de los famosos cárteles de la droga y el relato de la misma corre a cargo de Antonio Yammara. Todo comienza cuando conoce a Ricardo Laverde en el bar donde jugaba al billar. Al principio, Ricardo no pretende hacer amigos, pero a la larga se establece entre ellos una amistad que Antonio procura que sea distante. Pero la Adversidad vino a llamar a las puertas de ambos personajes y a la salida de la Casa de la Poesía, Ricardo es tiroteado y muerto y Antonio que lo acompañaba, gravemente herido. Tras un largo período de convalecencia en el que recibe el cuidado de Aura, de la que espera una hija Leticia, Antonio comienza a preguntarse por el porqué de lo sucedido y a querer saber quién era Ricardo Laverde. Esta y otras muchas preguntas que se encadenan le llevarán a realizar una serie de pesquisas que le conducirán a la fonda donde se alojaba. Allí empieza a encontrar alguna  respuesta:  la  patrona le va a proporcionar la casete que Ricardo estaba escuchando cuando lo mataron en la que se recogía la conversación de los pilotos de un avión comercial minutos antes de estrellarse. En ese avión viajaba Elaine (o Elena como la llamaban en Colombia), esposa de Ricardo, que regresaba a Colombia desde su país natal, Estados Unidos después de haber estado durante varios años separados. En su juventud, Elaine trabajó como cooperante en Colombia y en su ingenuidad nunca sospechó cuál era la actividad de algunos norteamericanos que estaban en Colombia. Elaine se casó con Ricardo, que hizo de su pasión, la aviación, su oficio: con su pequeño avión conseguía llevar la mercancía hasta Estados Unidos, hasta que un día las cosas no salieron como siempre y pasó varios años en las cárceles norteamericanas. Todos estos detalles sobre la vida de Ricardo, los va descubriendo Antonio tras conocer a Maya, hija de Ricardo y Elaine que vive retirada en la pequeña hacienda que su padre obsequió a su madre y donde Antonio pasará unos días leyendo e interpretando las cartas y los documentos que Maya y él encuentran en un baúl. Para Maya, parte de la historia que descubre le va a resultar sorprendente porque durante mucho tiempo su madre le había ocultado la verdad: le hizo creer que su padre estaba muerto.

La historia de la vida de Ricardo va poco a poco quedando al descubierto lo que no deja de ser un triunfo para Antonio, sin embargo, su vida personal y familiar son todo lo contrario; al final del recorrido a Antonio no le queda nada de la vida que había construido con anterioridad al atentado, ahora sabe sobre Ricardo, es cierto,  pero su vida tiene que continuar, sí pero ¿cómo? Este y otro interrogantes quedan sin respuesta en la historia, el final abierto del relato es un atractivo más para leer esta novela.


El ruido de las cosas al caer.
Juan Gabriel Vásquez.
Colección: Hispánica.
Páginas: 272.
Publicación: Mayo 2011.



 



martes, 4 de septiembre de 2012

JAVIER MARÍAS - Los enamoramientos


He tardado un tiempo en leer la última novela de Javier Marías, Los enamoramientos, y con la expectación que despiertan las publicaciones de Marías, creo que a estas alturas, se debe haber dicho ya todo sobre ella y sobre todo después de que se la ha considerado como la mejor novela de 2011.
Los que conocen la manera de narrar de J. Marías saben que no es autor de lectura de una tirada; su prosa es densa, elaborada y de cuidado lenguaje, tal vez sea, junto a Vila-Matas y alguno más, uno de los mejores escritores del panorama literario actual.
De esta buena novela, hay varios aspectos que llaman la atención, por no ser demasiado frecuentes, como es  el hecho de que el autor haya elegido un narrador- protagonista para contarla, por lo tanto el relato está narrado en primera persona. Así,  la mayor parte del tiempo asistimos al relato de unos hechos y a las más que concienzudas reflexiones que María Dolz se hace sobre  lo que vivió en el periodo en el que entra en su vida de una forma más directa un matrimonio con el que coincidía a la hora del desayuno en un bar cercano a su trabajo y otras personas relacionadas con aquél. A este núcleo principal, de casi narrador omnisciente, se van incorporando los diálogos que entabla con los demás personajes, que no son más que cuatro. De entre ellos, los diálogos más importantes, en cuanto a su extensión así como por su contenido para el devenir de la historia, son los que mantiene con Javier Díaz-Varela por lo que éste adquiere  el rango de coprotagonista. Él es el de las ideas; él es quien se relaciona con todos los demás personajes y es él con quien la protagonista tiene un devaneo, un enamoramiento – haciendo referencia al título-. Luego estaría Miguel Devern (e) que aunque no está, está bien presente a lo largo de la novela; su viuda, Luisa Alday que sin saberlo es la causante de sus desgracias por ser objetivo de Javier; además de Ruibérriz de Torres, que es cómplice también sin saberlo.
Interesante es señalar como un atractivo  más de la novela, la selección de lecturas y  de autores con los que  los dos protagonistas fundamentan sus argumentaciones, acciones y conclusiones con alusiones  a  fragmentos de Los tres Mosqueteros, a un relato de Balzac, El coronel Chabert;  o citas de Macbeth, incluso hay una referencia al Covarrubias para fijar una definición, -en este caso es Luisa-; pero es que los personajes de la novela, como corresponde a su clase social, han cultivado bien su intelecto, pero menos su espíritu y primordiales escrúpulos morales los tienen muy descuidados.
Cabría destacar igualmente, el cuidado con el que Marías maneja la tensión narrativa, estamos ante una novela con ciertas dosis de misterio pero que presenta un ritmo de poquísimas variaciones, un tono sostenido que baja muchos grados el suspense y un desenlace que se va intuyendo poco a poco.  Pero, a pesar de todo, la historia no te suelta. María, con su biorritmo tranquilo, aunque nada ingenuo, consigue que sigamos  interesados por sus deliberaciones y por las consecuencias de sus actos; es como si, en esta novela, la trama fuera solo una excusa  para dejar al descubierto el alma de la protagonista y para armar una crítica sin subterfugios a la sociedad actual y a sus maneras de proceder.

Los enamoramientos, novela de las que hacen pensar durante un buen rato.


Javier Marías.
Los enamoramientos.
Alfaguara, abril 2011.
Páginas: 408.
http://www.alfaguara.com/es/libro/los-enamoramientos/

 Muy interesante la  entrevista  al autor que aparece  en Babelia: http://elpais.com/diario/2011/04/02/babelia/1301703133_850215.html



jueves, 30 de agosto de 2012

MATINÉES PARFUMÉES

En vacaciones, no necesito despertador. En cuanto los primeros rayos del sol se desperezan viene, a mi ventana, una familia de golondrinas que tienen un nido debajo de la cornisa. Sus vuelos entrecortados y su piar enardecido hieren mi sueño estival y hace que no me vuelva a dormir más. Al poco tiempo, la cocina recupera ya vida; el ruido del exprimidor despierta mis sentidos: marchando un zumo de naranja y pomelo. La converación apacible casi silenciosa, por momentos, se dilata entre sorbo y sorbo de leche a penas fría.
Repuestas ya las fuerzas, las zapatillas de deporte reclaman mis pies aún un poco entumecidos para llegarme hasta el Canal  donde es habitual encontrarme con los paseantes matinales que ya vienen de vuelta y que los conozca o no, siempre  saludan y  dan los buenos días.
Es difícil substraerse a esta naturaleza acogedora y fresca que  invita a la caminata. El recorrido es tan fácil de seguir que los pies se van solos y casi sin darme cuenta ya est oy en el Puente Villalón, al que paso por debajo con la mirada siempre al frente y así no desperdiciar ni un momento de esta simbiosis entre agua, hojas, troncos, luz, sombras..., para  continuar después bajo los chopos centenarios oliendo a alfalfa recién segada, a paja humedecida por el las gotas de rocío que calaron en los maraños, a aromas de anisete y lavanda. La nutria que se cruza hacia el agua, me avisa, con su mirada avispada, de que  la toma del canal de riego está próxima.
Pasada esta explanada, la naturaleza se vuelve más salvaje e irregular, y si en algunos tramos, los flexibles juncos se alargan y  las ramas de los chopos de ambas orillas se tocan  haciendo casi impenetrable la luz del sol. En otros, sorprenden los luminosos claros que  descubren campos de girasoles que alineados, miran hacia el este con su intenso tono amarillento el cual contrasta con el amarillo pajizo de los reposados campos de cereal o con el intenso verde del maizal.
Más a lo lejos, las cigüeñas han encontrado su  particular humedal en una tierra de regadío y  se aprestan a tomar el desayuno cabizbajas, no sea que se pierda bocado.
En el horizonte, la tierra se eleva en suaves lomas y entre medias, el campanario de Villanueva de San Mancio, me recuerda que a esta hora, el sol comienza a apretar y que ya es tiempo de regresar.

lunes, 27 de agosto de 2012

CONVERSACIÓN EN EL PARQUE...


Parque Duque de Osuna - Medina de Rioseco

De paseo por El Parque entrada  ya la tarde de verano, mi madre presenciamos está escena, nos habíamos sentado a descansar a la sombra:
Sentadas en un banco bajo los árboles,  tres mujeres mayores.
Una señora y una chica joven que la acompañaba se paran a saludar a una de las tres señoras:

_ ¿Qué tal estáaas? Hace mucho que no te veo. ¿Cómo te han quedado de la cadera?

- Bien, muy bien, de maravilla, puedo andar sola sin andador ni muleta ni nada.

- Me alegro mucho - responde la madre.

- Sí, pero sino fuera porque no puedo con las piernas… Yo ya noto que una está de más aquí.

- ¡Ay, mujer no diga eso!- le dice la chica joven- Pero ¿ cuántos años tiene, usted? Desde que yo la recuerdo tiene usted el mismo aspecto: casi no tiene arrugas y tiene usted el mismo pelo con las ondas de siempre.

- 90 años- le responde con un cierto tono de coquetería-, pero, ya nada es lo mismo, que siento que mi marido me llama con él.

- ¿Su marido ha fallecido recientemente? - le pregunta la chica.

- Bueno, hace 28 años, pero yo siento que él me llama.

- ¡Ah! ¿ y desde hace 28 años que la está llamando y usted ni caso? – Le contesta la chica joven, en un cariñoso tono de jocosa ironía.

- ¿¡Eh!? Yo siento que él me llama y que ya estoy de más aquí.

- Bueno, pues me alegro de verte – intercedió la madre, que suavemente había cogido de la mano a su hija para continuar su paseo.

La madre algo le decía a su hija cuando se alejaban. La chica respondía con una sonrisa.

Un poco más adelante, continuaba el jaleo de la emoción de los niños que juegan en los columpios. 

EDUARDO MENDOZA


El título, El asombroso viaje de Pomponio Flato, puede hacernos pensar que da muchas pistas sobre en el tipo de novela que nos vamos a encontrar y sin embargo, una vez metidos en materia, vemos que esta es una novela que no se puede ceñir a un solo género.
Así, si por el título, El asombroso viaje, creemos que estamos ante una novela de aventuras; ya en la primera página, el protagonista nos  anuncia cuáles son los verdaderos motivos por los que emprende sus viajes hasta los confines del Imperio e incluso allende sus fronteras: la búsqueda de un arroyo cuyas aguas proporcionan certeza y sabiduría. Si tenemos en cuenta esta afirmación, nos vemos obligados a cambiar de parecer y  a pensar que esta novela es más bien una novela que narra un viaje iniciativo de un patricio romano, por lo de Pomponio; aunque, a media que van pasando las páginas, nos damos cuenta de que Mendoza lo convierte en un ironizado viaje vital al pasarlo continuamente por el bajo: las aguas que  Pomponio va encontrando le producen unas diarreas descomunales y le dan cierta fama: cuando llega a un pueblecito de Galilea, Nazaret, todos le reconocen como el romano que se tira pedos.
De igual modo, vemos que es también una novela histórica porque la acción está situada en el siglo I de nuestra era en Palestina y  porque a los protagonistas los conocemos  de otras lecturas más piadosas. Sin embargo,  aquí Mendoza se las arregla para situarlos en corrientes situaciones mundanas y humanas, lo que les da hasta un aire jocoso, pero para nada irreverente, que encaja sin chirriar con el tono que  impregna  toda la narración.
A su vez, es también una novela policíaca, hay un asesinato que resolver y restablecer la inocencia de un Santo, por lo que Pomponio, que se va a ver metido  de forma inesperada en el papel de detective, tendrá que poner en marcha todo su ingenio porque además, el tiempo apremia.

En esta novela, Mendoza controla con habilidad el tempo narrativo ya que cada vez que la historia llega a un momento álgido, echa mano de su fina ironía, pasa los acontecimientos por el bajo, para que la tensión narrativa decrezca y nos mantengamos intrigados hasta el final del relato. Esta técnica, salvando las distancias, recuerda a Rabelais y lo del papiro encontrado al Quijote.

La encasillemos en el género que la encasillemos lo es cierto es que El asombroso viaje de Pomponio Flato es una novela fundamentalmente divertida con la que se  llega a pasar un  muy buen rato.

El asombroso viaje de Pomponio Flato.
Eduardo Mendoza.
Seix Barral 2008.
192 páginas.

miércoles, 22 de agosto de 2012

UN COUCHER DU SOLEIL


 Monet: Impression soleil levant.
Cada vez que veía este cuadro de Monet,  pensaba que este sol no era de estas latitudes, que era de otras o que, tal vez, Monet lo había pintado como le había apetecido. Pero la otra tarde, viniendo de Valladolid para Medina, a medida que avanzábamos por la carretera, el sol se convirtió, como en el cuadro,  en una enorme esfera enrojecida que exhalaba sus últimos rayos al firmamento para que éste  se prendiera de  una gama de colores propia de la paleta  de los  más geniales  pintores. Este sol  sereno, sosegado, tranquilo, que llenaba el horizonte, permitía que lo miráramos de frente sin dañar las miradas. En  un silencio ensimismado,  íbamos recorriendo el páramo deseando, que por una vez, Coruñeses  no llegara para no perdernos ni el más rezagado de los resplandores. Y, como si  atendiera a nuestros deseos, el espectáculo nos acompañó hasta la primera curva, justo antes de empezar la bajada que ya sombría  convirtió el paisaje en anodino; hasta que de nuevo,  al desembocar  en la recta, oteamos  la torre de  Santa María envuelta en las  últimas luces de este inusitado ocaso. Inolvidable.


sábado, 18 de agosto de 2012

MARIO BENEDETTI - TÁCTICA Y ESTRATEGIA

À Laura et à Rubén Leonardo, le jour de leur mariage.


TÁCTICA Y ESTRATEGIA

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Mario Benedetti. Poemas de otros. (1973-1974)





martes, 7 de agosto de 2012

EDWARD HOPPER


El Museo Thyssen sorprende, este verano, con una exposición única en Europa sobre uno de los pintores estadounidenses que mejor reflejan la realidad y su compleja fisonomía: Edward Hopper (Nyack, 1882-Nueva York, 1967).
Los críticos definen a Hopper como el pintor de la luz. Sus cuadros recogen una luminosidad que engloba  las estampas que se reproducen en ellos y que irradia cada uno de los elementos que las componen.
Dicen igualmente que es el pintor de la vida cotidiana de los Estados Unidos de la primera mitad del siglo XX. En sus cuadros se recrean elementos familiares, corrientes y usuales de la época: el mar; casas particulares aisladas donde hay un elemento vertical -mástil, árbol, puente- delante de la imagen que la corta de arriba a bajo; líneas férreas que hacen salir del cuadro los puntos de fuga; gasolineras de carretera; grises edificios de la gran ciudad donde la presencia de alguna persona es casi una anécdota; personajes que llevan a cabo sus quehaceres habituales enmarcados dentro de una habitación, personajes-tipo de locales públicos, etc, etc, y tal vez sea por todos estos aspectos  o no, por los que la relación de Hopper con el cine de aquella época fue tan cercana y tengamos, a veces, la sensación de tener delante  fotogramas de alguna película de la época dorada de Hollywood .

Afirman también que es el pintor de la soledad. Hopper representa como nadie el ensimismamiento en el que se recogen las personas que están solas y esta actitud de melancólica tristeza hace que nos preguntemos por el motivo de tanta abstracción. Generalmente esta soledad la experimentan en una habitación, sin o con ventana por la que  entran los rayos del sol que dan luz a la estancia, y  acompañados de sus objetos personales.

Esta excepcional muestra sobre la obra de este singular, moderno  y aparentemente accesible pintor norteamericano se hace corta, a pesar de que se exponen más de 70 cuadros entre lienzos, grabados y acuarelas.
Esta exposición podrá visitarse en otoño en París.


Edward Hopper.
Museo Thyssen - Bornemisza.
Del 12 de junio al 16 de septiembre de 2012.
http://www.museothyssen.org/microsites/exposiciones/2012/hopper/



Edward Hopper.
Grand Palais, Galeries Nationales.(París)
10 octobre 2012 – 28 janvier 2013.

http://www.rmn.fr/francais/les-musees-et-leurs-expositions/grand-palais-galeries-nationales-9/expositions/edward-hopper

viernes, 3 de agosto de 2012

CUANDO VENUS BRILLA

Las macilentas luces de las farolas de la ciudad comienzan suavemente a incorporarse a los delicados azules y rojizos del ocaso. Una ligera brisa agita las copas de los árboles. Las hojas, que la reciben reconfortadas después de haber soportado los rigurosos calores de la jornada, traspasan unas a otras este alivio como si de una dulce melodía se tratara. Las gentes también agradecen este liviano refresco y salen a las calles a pasear a los parques y jardines; o a las terrazas de los bares  que se inundan de conversaciones ligeras,  de risas espontáneas, de confidencias memorables.
Los que llegan ya cansados prefieren aliviarse en casa: levantan las persianas que, hasta entonces, habían protegido la casa del recio calor y, dejan  mecer los visillos mientras las estancias se refrescan, hastiados de la presunción del aire acondicionado del despacho.
Las habituales conversaciones familiares  se sienten al lado sin querer; las llamadas de final de la jornada se vuelven igualmente indiscretas; los programas de las teles resuenan en las aceras.
Venus ya centellea en el  lejano firmamento...
 ...Y poco a poco, la plateada luz de la luna que se filtra por los abiertos ventanales, apaga las lamparitas y  proyecta envolventes y sutiles sombras en las alcobas de las que se escapan gemidos de amor, gemidos de goce, gemidos de retoce que destilan  las tórridas noches de verano.


Y cuando Venus brilla,
dulce, imperial amor de la divina tarde,
creo que en la onda suena
o son de lira, o canto de sirena.
Y en mi alma otro lucero como el de Venus arde.

Rubén Darío.