"EL SABER SE DEBE TANTO AL INGENIO COMO AL GUSTO."









lunes, 29 de octubre de 2012

CANCIONES, RÍOS Y POETAS

Al escuchar la canción, me vino a la memoria unos versos de Las Coplas, personal y emocionada elegía que Jorge Manrique, poeta del S. XV, compuso tras la muerte de su padre: Nuestras vidas son los ríos /que van a dar en la mar,…. Comparar la vida con un río cuyas aguas confluyen en el mar, es una metáfora frecuente en literatura y sin embargo, la canción me animó a pensar en que nuestras vidas son varios ríos por los que vamos transitando, navegando pero no corriente a bajo, sino que tenemos que ir cruzando a lo ancho y cada uno de ellos podía representar una de la etapas vitales del ser humano.
El primer río, el de la niñez, suele ser – por norma general y en estos lares- un río de aguas apacibles y no muy profundas y si pasamos por tramos peligrosos, contamos con la ayuda de las personas mayores que nos rodean, que nos sacan de los aprietos y  nos secan los remojones; y con algún ligero percance más, llegamos a la otra orilla.
Luego nos toca cruzar el río de la adolescencia; aquí las aguas suelen ser ya más bravas, y a pesar de las advertencias, en ocasiones, nos empeñamos en cruzarlo por donde las aguas son más impetuosas y fanfarronas, por lo que las zambullidas suelen ser frecuentes incluso más de lo que nos gustaría. Como con la experiencia, -dicen- se aprende, poco a poco empezamos a sentir en carne propia lo que significa la palabra responsabilidad, amistad, lealtad, compromiso, terquedad, orgullo, gratitud, amor, coscorrones, hipocresía…y así, a veces magullados, a veces inmaculados y en un periodo de tiempo relativamente breve, el río de la adolescencia queda atrás y se nos presenta, ahí delante, un río anchísimo, casi como un lago, casi como el mar del que desconocemos la profundidad y bravura de sus aguas. Lo miramos con cierta desconfianza y nos decimos que no tenemos prisa en atravesarlo, que la Juventud la queremos conservar. Sin embargo, la vida nos empuja a seguir, comienza la nueva singladura. Esta travesía en unas ocasiones la seguimos solos, en otras, buscarnos o nos cruzamos con un acompañante de viaje que puede llegar a ser hasta íntimo y nos brindarnos apoyo mutuo en los momentos desabridos o disfrutamos de las bonanzas y fortunas del recorrido, que también compartimos con los incondicionales que hemos ido encontrando y conservando de las travesías anteriores.

A medida que pasa el tiempo, vemos que la distancia que nos separa de la orilla de la juventud es  cada vez mayor: lo vamos sintiendo en el cuerpo y en el alma. Y aunque un día, damos fe sin rodeos de que ya nada es como antes, de que ya no somos los que éramos; seguimos sin tener prisa por llegar a la otra orilla; a pesar de que, por momentos, un viento recio se levanta y nos empuja inexorablemente hacia ella y por mucho que no queremos aceptarlo -el orgullo conserva sus brasas candentes todavía-, la otra orilla la tocamos ya casi, casi con la mano.
El tiempo que tardaremos en llegar al Leteo, al último río, de cuyo nombre no queríamos  acordarnos, está cada vez más próximo. Alguno de los nuestros lo alcanzó antes que nosotros y ya han hecho la travesía de sus frías aguas en la barca del olvido de Caronte, lo que les ha hecho irrecuperables, como también para nosotros llegará el día en el que dejaremos nuestras memorias en la ribera y solo el polvo enamorado se salvará de la ley severa, tal y como resuena en los ecos del soneto de Quevedo, Cerrar podrá mis ojos…
Así es la vida y así está escrita con las aguas de los muchos y particulares meandros de nuestros ríos que van todos a dar a la mar.

jueves, 25 de octubre de 2012

DON QUIJOTE: PASA Y VUELVE

 
A. Saura
En crítica literaria se entiende por novela circular aquella que empieza y termina de la misma manera o en la que el protagonista acaba en el mismo lugar de su comienzo. Ejemplo de novela circular sería el Quijote. Don Alonso Quijano, Quijana sale las tres veces de su pueblo y las tres veces acaba de nuevo en su casa después de haber corrido numerosas aventuras o seguro que para algunos, más bien desventuras, por como llegaba. La tercera vez que vuelve a La Mancha está roto de ánimo y no porque no aceptara su derrota ante El caballero de la Blanca Luna, no; sino más bien por lo que la derrota en sí conllevaba: no poder volver a su vida de caballero andante, de no volver a poder llevar a cabo sus ideales. Durante todo el tiempo que duraron sus andanzas, él no llegó a comprender que sus ideales estuvieran ya pasados de moda, que las gentes de su época se regían por otros, que él mismo encontraba menos excelsos, pero que, sin embargo, eran los que se le habían aplicado a la hora de interpretar sus actos; porque él siempre entendió que eran unos valores por los que los hombres se tenían que regir: generosidad, respeto, ayuda a los desfavorecidos sin escatimar en esfuerzos, lealtad y amor a su dama. Siempre he pensado, al echar un vistazo a la vida de Miguel de Cervantes que, Don Quijote tiene algo de Cervantes y que el autor decide poner fin a las aventuras de su hidalgo, no porque le faltaran lances en los que colocarlo -solo hubiera tenido que ponerlo en algunos de los fregaos en los que él mismo se metió- porque gracias para ello no le faltaba; sino que Cervantes sencillamente se cansó de que lo imitaran- Avellaneda- y concluyó  que al terminar con las aventuras de su loco caballero, nadie podría ya resucitarlo y por tanto copiarlo.

Lo que nunca llegó Cervantes a imaginar es que hubiera escrito la primera novela moderna. La fascinación que Don Quijote ha producido en lectores y escritores de toda época y lugar es un hecho extraordinario en la historia de la literatura; desde entonces hasta hoy no ha habido nadie que no reconozca su novela como la mejor novela que el ingenio humano haya producido  y de esta manera, ha sido como poco modelo o incluso punto de partida para la experimentación narrativa posterior.

Cervantes vivió con muchas penurias y con escasa gloria; la gloria le llegó después de su muerte. Esto pasó, pasa y seguirá pasando. El alma humana  colectiva tiene sus pobrezas y a mí, de vez en cuando, me vuelve al corazón este personaje y su creador. Sobre el Quijote

miércoles, 17 de octubre de 2012

LA SABIDURÍA



Supliqué y  se me concedió la prudencia; invoqué y vino a mí el espíritu de la sabiduría. La preferí a cetros y  a tronos y en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé  a la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena y junto a ella, la plata vale lo que el barro. La amé más que a la salud y a la belleza y me propuse tenerla por luz porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables. 

Del Libro de la Sabiduría. Sab 7, 7-11




domingo, 14 de octubre de 2012

RABO DE GATO


À Yaya V. in memóriam.
À Anamari pour ses messages émouvants.
À Dosi pour ses vins "muy curiosines".
À Rubén pour son sens d'humour. 
À Ana María pour sa gentillesse.

Tengo una amiga a la que no le gustan que le regalen flores. A mí, como me gustan mucho, siempre le regalaba un ramo de flores por su cumpleaños, hasta que me dijo que prefería que le regalara plantas porque duraban más, las flores se mueren enseguida-me dijo. A mí por el contrario, me regalaban ramos de flores, que me encantan, hasta que alguien se enteró de que me gustan mucho, mucho las orquídeas y empezaron a regalarme orquídeas en vez de flores, por lo que he llegado a tener hasta cinco diferentes y verlas florecer con sus flores blancas, rosa buganvilla, verdes, era un verdadero placer para la vista; ¡mi casa parecía otra! Las orquídeas son delicadas y el verano siempre me daba problemas cuando a mi vecina no le venía bien regármelas. Pero este año, mi casa no ha tenido orquídeas, esto no ocurría desde hacia mucho, mucho tiempo y la vecina las ha echado de menos. No sé si voy a reponer las orquídeas, supongo que sí aunque, de momento, lo que tengo en el balcón es algo muy, pero que muy diferente que he traído de mi pueblo: un esqueje del rabo de gato que ha estado en mi otra casa casi desde toda la vida. Desde que tengo memoria, recuerdo que sus flores rojizas llenaban el tiesto durante bastante tiempo año tras año, a pesar de los escasísimos cuidados que recibía porque ni siquiera se le quitaba del balcón los meses de las recias heladas. Este cactus es de viejas raíces en mi familia, nos los regaló mi tía de Valencia de Don Juan hace ya…, unos  cuantos años y en estos días en los que me acerqué a  casa lo vi de casualidad y me di cuenta de que se había quedado  allí, él solo en el balcón, cuidando de la casa en que hemos pasado nuestras vidas y sentí que podía llevarlo de nuevo a casa, a la otra, a la nueva, y pensé también que podía estar, por qué no, en la mía y me lo he traído en un potecito en la bodega de un avión, a casi ochocientos kilómetros de su patria para plantarlo en otra tierra, en otro tiesto donde  recibirá el sol en otro balcón de aires menos limpios, de espacios menos abiertos, siempre con la esperanza de que se habitúe a estos cambios, de que resista, de que prendan sus raíces, de que medre para que puedan brotar de nuevo sus rojas flores y colorear mi terraza del rojo de la familia. 


jueves, 11 de octubre de 2012

SABLIER*

"Il faut vivre et se hâter d'oublier."


Hay momentos en los que alguien consigue darte de pleno. Una mirada, un comentario, un gesto brusco, una áspera respuesta pueden llegar a hacer que sientas que algo se te está derritiendo por dentro, que te fundes, que has explotado y que te estás convirtiendo en mil y un granito de arena, que no se expanden porque están dentro del abigarrado cristal de un reloj de arena.
Si consigues sobreponerte con presteza: a otra cosa mariposa.
Pero si el torpedo ha ido tan directamente a tu línea de flotación que no logras reponerte, parece que se te abrieran, de repente, las compuertas del mar de los Argazos y que comenzases la caída hacia un inmenso oscuro foso; o como si alguien hubiera dado la vuelta al reloj de arena y todos los granos se precipitasen vertiginosamente, o como si no hubieras intuido de que hay unas cataratas un poco más adelante y la caída fuera ya insalvable.
Por el trayecto, se te presentan, a la velocidad de la caída, mil imágenes, mil escenas celebradas, mil historias cooperadas. Intentas agarrarte a aquellas más complacidas para que sirvan de ancla, de tapón o de chaleco salvavidas. Y, a la vez, te vas preguntando que no puede ser que estés oyendo lo que estás oyendo ni que los dardos, ni las saetas, ni las lanzas vengan de ahí enfrente. Pero sí, de ahí llegan. Sí, de aquí han salido.


* Sablier: reloj de arena.




miércoles, 10 de octubre de 2012

Les femmes du 6ème étage - Las chicas de la 6ª planta.

Un inmueble de la alta burguesía parisina durante los años 60 alberga a la vez varias clases sociales como si de capas de estratos se tratara. Por una parte los “Señores” que viven en los enormes pisos y por otra las buhardillas donde viven les bonnes, las criadas, en condiciones bastante menos confortables. Por aquellos años, las criadas bretonas dejan su puesto a las españolas. Esto le va ocurrir a Monsieur Joubert, que tras despedir a su criada bretona que llevaba en la casa muchos años, tiene que ir a buscar su criada española, como ya lo habían hecho muchos en su inmueble, a la parroquia de la rue de la Pompe. M. Jourbert, solo tiene una obsesión al comenzar el día y que le condiciona el humor del resto de la jornada: que su huevo pasado por agua esté en su punto. Como María, su nueva criada española le prepara unos petits déjeuners comme il faut, la contrata enseguida. M. Joyrbert no sabe las consecuencias que esta acción tendrán para él y para su tranquila y monótona vida de casado e importante hombre de negocios ya que gracias al atractivo que María despierta en él, va ir descubriendo otro mundo muy diferente a su desahogado mundo de opulencias y que sin embargo, es rico en relaciones humanas afectuosas, calurosas y directas, justo lo que le hubiera gustado haber vivido. De esta forma, cada vez se va a interesar por este grupo de criadas españolas que viven en las buhardillas de su edificio. Enseguida se va a convertir en su benefactor y las va a ayudar en todo lo que está a su alcance. Ellas se lo van a agradecer invitándole a compartir la alegría que producen estas mejoras y así cada día que pasa se va a sentir más atraído por la alegría y la cordialidad con que le tratan y va ir descuidando a su mujer y a su trabajo, por lo que sus pilares vitales se van desquebrajando: su mujer cree que tiene une affaire d' amour y el matrimonio entra en crisis. Ella no cree que le esté contando la verdad y que pase el rato con las criadas españolas, hasta que M. Joubert se muda a las buhardillas con les bonnes. Éstas al principio, no entienden esta decisión, pero como le tienen una gran simpatía por lo amable que ha sido con ellas, lo acaban aceptando. También saben que está enamorado de María.

Esta comedia está llena de los tópicos que los franceses tienen sobre los españoles y que, por más que les expliques, o lo vean con sus propios ojos cuando viajan a España. Los franceses no cambian esta imagen de España la Cañí de la postguerra de jotas, paella, sevillanas, tortilla de patatas, croquetas y misa tan pasada de moda y que se les ha quedado anclada en  aquellos años y que a ellos les gusta  guardar en el imaginario colectivo ya que pasa de generación en generación. ¡Imposible de hacérsela cambiar!


Las chicas de la 6ª planta. Título original: Les femmes du 6ème étage.
Dirección: Philippe Le Guay.   
Interpretes: Fabrice Luchini (Jean-Louis), Sandrine Kiberlain (Suzanne), Carmen Maura (Concepción Ramírez), Natalia Verbeke (María), Lola Dueñas (Carmen), Berta Ojea (Dolores), Nuria Solé (Teresa), Concha Galán (Pilar). 
Estreno en Francia: 16 Febrero 2011.
Estreno en España: 8 Junio 2012.
Duración: 104 min.


Premios:

* Carmen Maura: César de la Meilleure actrice dans un second rôle 
*Premio del público en el  COLCOA Film Festival 2011 .

martes, 9 de octubre de 2012

DESOLLONES

À MAR, et à ses leçons de cromatisme.


La vida es un continuo refregón. Refregones en la calle, en el trabajo, con los amigos, con la familia. En muchas ocasiones ni nos damos cuenta de que, refregón tras refregón, se va perdiendo lustre y que cuando se va rozando en la misma zona, el refregón se convierte en un feo desollón. Y, aunque los desollones no producen, en general, lesiones que lleguen a ser estructurales, son muy llamativos estéticamente.

Llega un día en el que ya cansados de que al roce, la lesión se vaya haciendo cada vez mayor, nos ponemos manos a la obra: pintura de encalar, caldereta, brocha y le damos al deslucido descorchado. Esperamos a que se seque para ver los resultados de tan espectacular hazaña. -¡Vale! No está mal, está mucho mejor que antes- afirmamos satisfechos.

Van pasando los días, las semanas, los meses y lo que habíamos considerado una proeza, ahora se nos antoja insuficiente. Como por una extraña fuerza, la vista no se aparta del sitio del retoque, vemos con cierto grado de frustración  que solo habíamos puesto un parche, pero nada más.

Comenzamos a darle vueltas a una idea, hasta que decidimos que ya no puede ser, que ya está bien de mandingas que se ve mucho y que tenemos que llamar a un profesional para que subsane, no sólo ese, sino todos los desperfectos de las paredes, desde los más leves rasguños a los más dolorosos zarpazos; admitimos que para nosotros, la superficie a tratar es ya demasiado grande.

Llega Juanito, -tal vez tendríamos que llamarle Juanón, por la envergadura-. Dos brochazos en una de las paredes:

– Éste o éste otro.
- El más claro; quiero darle luz a la casa.
- Pero si ya tienes bastante luz. El más oscuro iría perfecto.
- No, no. Prefiero el más claro.
- Bueno, vale, pero tampoco hay tanta diferencia entre los dos. ¿Y dices que quieres toda la casa del mismo color?
- Sí, sí, toda de igual color.

No sé lo que pensaría Pepe ahora si me oyera. Hace unos años, me convenció, con su trabajo fino y su amor por su oficio de pintor a ratos libres, de que éramos jóvenes y de que podíamos permitirnos poner las habitaciones cada una de un color. Yo, la verdad, no le puse mucha resistencia a su convicción, ni a su persuasión sin vehemencia. Además, es que tenía un no sé qué con las mezclas que, los colores finales eran únicos.

Sin embargo, ahora no solo quiero quitar los desollones sino que quiero luz y armonía, continuidad en las instancias; no quiero rupturas ni quebrantos cromáticos, y sí ir dejando debajo de la nueva capa de pintura mellas e imperfecciones, deterioros y menoscabos.


viernes, 5 de octubre de 2012

MICHELA MURGIA- Accabadora- La acabadora

Cerdeña está de actualidad literaria porque está dando interesantes novelistas femeninas. Novelistas que cuentan historias sencillas pero intensas; emotivas y vitales, historias cuyos protagonistas son gentes de la isla, gentes corrientes, o tal vez no tanto; en definitiva historias que llegan.
Concretamente me refiero a Milena Agus que ya lleva unos años cosechando grandes éxitos y más recientemente a Michela Murgia que, con su primera novela La acabadora, ha permanecido durante semanas en los primeros puestos de los libros más vendidos tanto dentro como fuera de Italia. Este éxito es  bastante sorprendente ya que su novela ni tiene el formato de best-seller y ni ha contado con alharacas publicitarias, al menos hasta que ganó el Premio Campiello, el premio literario de mayor prestigio de Italia.

Todavía no conozco a nadie al que no le haya gustado La acabadora; el boca a boca es lo que ha hecho famosa  a su autora y a sus protagonistas,   es por esto por lo que voy a dar solo unas breves pincelas sobre el argumento de la novela, no quisiera descubrir mucho de esta preciosa historia que trascurre en Soreni, un pequeño pueblo de la costa de Cerdeña. Allí vive Bonaria Urrai viuda y sin hijos que un día, decide adoptar a María Listru de seis años, hija de una viuda pobre; de esta manera María pasa a ser entonces "hija del alma" de Bonaria, según la tradición. A medida que va pasando el tiempo, la niña se va sintiendo querida y cada vez más a gusto en su nueva casa y con su nueva madre quien, con suma delicadeza, va  tejiendo estrechos vínculos afectivos con María.

Bonaria lleva una vida apacible y discreta como modista del pueblo, pero poco a poco la niña se da cuenta de que en la vida de su madre adoptiva hay algo misterioso: algunas noches cuando alguien del pueblo la viene a buscar a casa, sale y no le dice nada. Así, a través de los ojos y las cavilaciones de María vamos a ir descubriendo el personaje de la “tía Bonaria” que va adquiriendo mayor relieve al entrar en relación con las gentes del pueblo que solicitan su ayuda y sobre todo, a medida que Maria va creciendo y va encontrando respuestas a sus preguntas, respuestas que por otra parte, los habitantes del pueblo  ya conocían y que a ella le va a costar un tiempo asimilar.

La acabadora, novela emocionante y conmovedora, novela para no perderse.


La acabadora./Accabadora.
Michela Murgia.
Ediciones Salamandra.2011
192 páginas.

http://www.salamandra.info/fitxa.php?titol=712


http://www.lavanguardia.com/lacontra/20111219/54242219924/michela-murgia-en-los-pueblos-sardos-habia-una-madre-en-cada-esquina.html

sábado, 29 de septiembre de 2012

MELODÍA DE UN DÍA DE LLUVIA

Todo lo que vive no vive solo, no para sí mismo. William Blake.


Tal vez sea hoy cuando la nueva estación haya decido mostrarse. No hay apenas luz, parece más pronto de lo que en realidad es. Los tonos matinales se hacen  extraños: está muy nublado. Las nubes se van cerrando si cabe aún un poco más. No se tarda en oír el repique de las gotas en los cristales. El otoño se presenta  esta mañana con lluvias generosas. Ya no hay prisa para nada, el ritmo lo marca el sonido del crecido pero sosegado aguacero. El trajín de sábado por la mañana se aplaca. La casa se ha despertado lacia.  La flor del Lis del jarrón está mustia, aunque todavía conserva su color.
El sonido de la lluvia me reclama los sutiles acordes de la música de G. Fauré que me traen a la memoria el “concierto d’amis” de Miguel Ángel Estrella, pianista excepcional  y embajador argentino ante la UNESCO que no cesa en su afán de acercar la música clásica a las clases sociales más desfavorecidas. De aquella tarde, recuerdo la delicadeza de las piezas elegidas y la afabilidad del intérprete que, desde el cercano escenario, preguntaba a los espectadores conocidos por amigos comunes y  también que, después de cada pieza, contaba una anécdota que tenía que ver con algún concierto que había dado en algún pueblecito perdido de la Pampa, del Llano o de la Montaña. Se recreaba en los detalles como lo hacen las personas que saben que es ahí, en los sencillos detalles donde la vida y el hombre se manifiestan, donde los hombres y sus vidas nos sorprenden y se hacen perdurables.
Durante los afanes de esta parda mañana de inicio de otoño, la música de ensueño, de rebeldía, de amor y muerte… de paz de Fauré se ha reuniendo con la perseverante lluvia.

viernes, 21 de septiembre de 2012

PLAYERAS Y "MANOLOS": SUEÑOS DE MUJER

Aux femmes qui rêvent.

Me acordé de ella cuando me senté en el banco, saqué las sandalias de la cesta de rafia y empecé a desatarme los cordones de las zapatillas de deporte que traía puestas. Y no sé por qué asociación de ideas, me acordé de Tess y después también de Carrie; tal vez, porque por aquí los edificios son también bastante altos y de muchos despachos.
Aunque parezca casi imposible, en las ciudades quedan todavía espacios al abrigo del tráfico y del ruido en algunos barrios que han conseguido variar muy poco su aspecto de siempre. Hace unos meses, de forma casual, descubrí uno que me gusta particularmente y, aunque tiene el inconveniente de que está al otro lado de donde vivo, procuro ir en cuanto tengo un rato a este patio enrejado de un palacete decimonónico con mirador, estanque, palmeras y sombrillas, de ambiente familiar y distendido; a tomar algo y a leer al aire libre. Como las tardes son todavía largas, el otro día fui dándome un paseo. Cuando estaba en casa pensé que era mejor ponerme las playeras porque por lo menos habría una hora de caminata. Lo que ocurre es que antes de llegar hay que atravesar uno de los quartiers d’affaires de la ciudad y allí las mujeres llevan tailleurs et talons y los hombres costumes et cravates, y como de vez en cuando me asaltan estos repiques de coquetería, decidí meter las sandalias en la bolsa para ponérmelas antes de llegar.

 Y así, poco antes de empezar a cruzarme con hommes et femmes d’affaires, me senté en un banco de la avenida y me cambié de calzado; lo mismo que hacía todas las mañanas al desembarcar del ferry que la llevaba a su despacho en Manhattan, Tess. Y mientras me quitaba las zapatillas y me ponía las sandalias, me acordaba de Armas de mujer, de Melanie Griffith, de sus playeras y de sus zapatos de tacón que contaban de dónde venía y adónde quería llegar; de dónde estaba y adónde quería estar, que simbolizaban las dos realidades en las que vivía y  la encaminaban hacia la conquista de sus sueños.

Igualmente me acordé de Sexo en Nueva York, de Carrie y de sus Manolos símbolos ya de triunfo, de éxito completo y que tan bien emulan determinadas treintañeras que han hecho de la película  parte de sus vidas  al salpicarlas con esas mismas tildes glamurosas.

Y debe ser que, como los Manolos han estado siempre fuera de mi órbita de mis  posibles sueños y que como ya he pasado de los treinta, me acuerde antes de  Melanie Griffith y su calzado, de Harrison Ford y sus camisas blancas o de Sigourney Weaver y su escayola, que de Carrie; y que tenga la certeza, al seguir la estela de ambas protagonistas, de que algunos asuntos se siguen resolviendo en torno a los zapatos, como en el cuento de Cenicienta.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

JUAN GABRIEL VÁSQUEZ

XIV Premio Alfaguara de Novela 2011.

Y ardían desplomándose los muros de mi sueño,
¡tal como se desploma gritando una ciudad!
AURELIO ARTURO, Ciudad de sueño.

A Juan Gabriel Vásquez lo conocí este invierno; ya había terminado la gira de promoción de su libro  por América y tuvo la amabilidad de venir a hablar de él  al taller de lectura en el que participé. Durante las dos horas que estuvo con nostros, tuve la impresión de que era un tipo sencillo, con las justas presunciones y que hablaba y hablaba con nosotros con naturalidad, como si nos conociera desde hace un tiempo. Nos contó anécdotas, alguno de sus trucos para escribir y  habló de sus autores preferidos. Este hecho condicionó mi lectura porque mientras leía su novela, El ruido de las cosas al caer, al narrador, Antonio Yammara, le di el mismo aspecto y la misma voz que el autor.
En cuanto al libro propiamente dicho, cabría decir que, El ruido de las cosas al caer relata una historia intersante y  que es ésta una novela ambiciosa y compleja en cuanto a su composición argumental:  en ella se mezclan varios personajes, varias historias, varios tiempos narrativos, varios narradores con certera habilidad de tal modo que el lector, a veces, no se da ni cuenta.

La historia nos sitúa en la Colombia de justo antes del desarrollo de los famosos cárteles de la droga y el relato de la misma corre a cargo de Antonio Yammara. Todo comienza cuando conoce a Ricardo Laverde en el bar donde jugaba al billar. Al principio, Ricardo no pretende hacer amigos, pero a la larga se establece entre ellos una amistad que Antonio procura que sea distante. Pero la Adversidad vino a llamar a las puertas de ambos personajes y a la salida de la Casa de la Poesía, Ricardo es tiroteado y muerto y Antonio que lo acompañaba, gravemente herido. Tras un largo período de convalecencia en el que recibe el cuidado de Aura, de la que espera una hija Leticia, Antonio comienza a preguntarse por el porqué de lo sucedido y a querer saber quién era Ricardo Laverde. Esta y otras muchas preguntas que se encadenan le llevarán a realizar una serie de pesquisas que le conducirán a la fonda donde se alojaba. Allí empieza a encontrar alguna  respuesta:  la  patrona le va a proporcionar la casete que Ricardo estaba escuchando cuando lo mataron en la que se recogía la conversación de los pilotos de un avión comercial minutos antes de estrellarse. En ese avión viajaba Elaine (o Elena como la llamaban en Colombia), esposa de Ricardo, que regresaba a Colombia desde su país natal, Estados Unidos después de haber estado durante varios años separados. En su juventud, Elaine trabajó como cooperante en Colombia y en su ingenuidad nunca sospechó cuál era la actividad de algunos norteamericanos que estaban en Colombia. Elaine se casó con Ricardo, que hizo de su pasión, la aviación, su oficio: con su pequeño avión conseguía llevar la mercancía hasta Estados Unidos, hasta que un día las cosas no salieron como siempre y pasó varios años en las cárceles norteamericanas. Todos estos detalles sobre la vida de Ricardo, los va descubriendo Antonio tras conocer a Maya, hija de Ricardo y Elaine que vive retirada en la pequeña hacienda que su padre obsequió a su madre y donde Antonio pasará unos días leyendo e interpretando las cartas y los documentos que Maya y él encuentran en un baúl. Para Maya, parte de la historia que descubre le va a resultar sorprendente porque durante mucho tiempo su madre le había ocultado la verdad: le hizo creer que su padre estaba muerto.

La historia de la vida de Ricardo va poco a poco quedando al descubierto lo que no deja de ser un triunfo para Antonio, sin embargo, su vida personal y familiar son todo lo contrario; al final del recorrido a Antonio no le queda nada de la vida que había construido con anterioridad al atentado, ahora sabe sobre Ricardo, es cierto,  pero su vida tiene que continuar, sí pero ¿cómo? Este y otro interrogantes quedan sin respuesta en la historia, el final abierto del relato es un atractivo más para leer esta novela.


El ruido de las cosas al caer.
Juan Gabriel Vásquez.
Colección: Hispánica.
Páginas: 272.
Publicación: Mayo 2011.



 



martes, 4 de septiembre de 2012

JAVIER MARÍAS - Los enamoramientos


He tardado un tiempo en leer la última novela de Javier Marías, Los enamoramientos, y con la expectación que despiertan las publicaciones de Marías, creo que a estas alturas, se debe haber dicho ya todo sobre ella y sobre todo después de que se la ha considerado como la mejor novela de 2011.
Los que conocen la manera de narrar de J. Marías saben que no es autor de lectura de una tirada; su prosa es densa, elaborada y de cuidado lenguaje, tal vez sea, junto a Vila-Matas y alguno más, uno de los mejores escritores del panorama literario actual.
De esta buena novela, hay varios aspectos que llaman la atención, por no ser demasiado frecuentes, como es  el hecho de que el autor haya elegido un narrador- protagonista para contarla, por lo tanto el relato está narrado en primera persona. Así,  la mayor parte del tiempo asistimos al relato de unos hechos y a las más que concienzudas reflexiones que María Dolz se hace sobre  lo que vivió en el periodo en el que entra en su vida de una forma más directa un matrimonio con el que coincidía a la hora del desayuno en un bar cercano a su trabajo y otras personas relacionadas con aquél. A este núcleo principal, de casi narrador omnisciente, se van incorporando los diálogos que entabla con los demás personajes, que no son más que cuatro. De entre ellos, los diálogos más importantes, en cuanto a su extensión así como por su contenido para el devenir de la historia, son los que mantiene con Javier Díaz-Varela por lo que éste adquiere  el rango de coprotagonista. Él es el de las ideas; él es quien se relaciona con todos los demás personajes y es él con quien la protagonista tiene un devaneo, un enamoramiento – haciendo referencia al título-. Luego estaría Miguel Devern (e) que aunque no está, está bien presente a lo largo de la novela; su viuda, Luisa Alday que sin saberlo es la causante de sus desgracias por ser objetivo de Javier; además de Ruibérriz de Torres, que es cómplice también sin saberlo.
Interesante es señalar como un atractivo  más de la novela, la selección de lecturas y  de autores con los que  los dos protagonistas fundamentan sus argumentaciones, acciones y conclusiones con alusiones  a  fragmentos de Los tres Mosqueteros, a un relato de Balzac, El coronel Chabert;  o citas de Macbeth, incluso hay una referencia al Covarrubias para fijar una definición, -en este caso es Luisa-; pero es que los personajes de la novela, como corresponde a su clase social, han cultivado bien su intelecto, pero menos su espíritu y primordiales escrúpulos morales los tienen muy descuidados.
Cabría destacar igualmente, el cuidado con el que Marías maneja la tensión narrativa, estamos ante una novela con ciertas dosis de misterio pero que presenta un ritmo de poquísimas variaciones, un tono sostenido que baja muchos grados el suspense y un desenlace que se va intuyendo poco a poco.  Pero, a pesar de todo, la historia no te suelta. María, con su biorritmo tranquilo, aunque nada ingenuo, consigue que sigamos  interesados por sus deliberaciones y por las consecuencias de sus actos; es como si, en esta novela, la trama fuera solo una excusa  para dejar al descubierto el alma de la protagonista y para armar una crítica sin subterfugios a la sociedad actual y a sus maneras de proceder.

Los enamoramientos, novela de las que hacen pensar durante un buen rato.


Javier Marías.
Los enamoramientos.
Alfaguara, abril 2011.
Páginas: 408.
http://www.alfaguara.com/es/libro/los-enamoramientos/

 Muy interesante la  entrevista  al autor que aparece  en Babelia: http://elpais.com/diario/2011/04/02/babelia/1301703133_850215.html